Grandiosa manifestación: Aspecto del Cementerio Central de Montevideo, frente a la tumba del valiente Coronel Diego Lamas, en momentos de pronunciarse los discursos.
De: "La Semana", Montevideo, 28/V/1910.
Grandiosa manifestación: Aspecto del Cementerio Central de Montevideo, frente a la tumba del valiente Coronel Diego Lamas, en momentos de pronunciarse los discursos.
De: "La Semana", Montevideo, 28/V/1910.
Yacía allí, tendido junto al fuego
En este largo anochecer,
Mirando,
Arder,
- el alma, en pena en el Invierno...
Fuera,
el desecho temporal mugía;
El mar,
rodaba su incansable trueno:
Y ante la tumba,
en la estancia en sombra,
- Como la imagen de mis ideales -
Ardía,
mi alma,
en pena,
en cada leño!
ARMANDO VASSEUR
Del libro "Cantos del otro Yo", 1909.
El pedagogo, arqueólogo y etnohistoriador uruguayo José Henriques Figueira (1860-1946) fue pionero en realizar estudios sistemáticos de los montículos indígenas existentes al este del territorio uruguayo, a fines del siglo XIX.
Posiciones de los esqueletos hallados en los túmulos
Luego de explorar las costas de la Laguna Merín, en el departamento de Rocha, practicó varios desmontes en los que llamó "túmulos-sepulturas" de los cuales realizó un mapa y redactó un informe titulado Apuntes acerca de los montículos tumulares, en 1888.
Detalle de un esqueleto
En los seis montículos explorados, Figueira encontró restos esqueletarios humanos y relictos óseos de la fauna regional, tanto terrestre como marina -cornamenta de un cérvido, vértebras de pescados, trazas de moluscos oceánicos, a los cuales se sumaban artefactos de hueso, objetos líticos y fragmentos de cerámica.
Cráneo de los túmulos
El antropólogo Daniel Vidart observó como la postura fetal y la orientación de los cuerpos aluden a la existencia de ideas sobre la tetrapartición del universo y el refugio uterino, relacionadas con una funebría simbólica orientada por un sistema de creencias sobre el Más Allá.
De "El Uruguay en la Exposición Histórico-Americana de Madrid. Memoria". Imprenta Artística de A. Dornaleche Hnos. Montevideo, 1892.
Pocas veces se siente una sociedad tan tristemente impresionada como acaba de mostrarse la de Montevideo, en presencia de la muerte del estudiante de 5º año de medicina y practicante del Hospital de Caridad, José Negrotto, cuya vida ha sido tronchada a los 22 años. El proceso de su enfermedad es de todos conocido; practicando una autopsia se infectó una mano, el virus se desarrolló rápido, la muerte hizo su presa, contra todos los esfuerzos médicos.
Esta nueva víctima del deber, esta esperanza perdida para la ciencia, ha sido llorada con dolor sincero por sus amigos, sus compañeros y sus catedráticos, y en todas partes se ha escuchado la misma frase de dolor. Conducidos sus restos a la Facultad de Medicina, su entierro, realizado el jueves de esta semana, fue una verdadera apoteosis. Son raros los hombres jóvenes que dejan así un rastro tan profundo de afectos...