viernes, 27 de diciembre de 2024

La muerte por hemorragia

Un sentimiento natural une a la idea de perder su sangre un terror maquinal, de que es tan susceptible el niño que empieza a expresarse como el hombre de mas valor. No podemos decir que este temor sea quimérico, porqué si se contasen los que pierden la vida en una batalla, veríamos que tres cuartas partes perecen por alguna hemorragia, y en las grandes operaciones quirúrgicas este accidente es casi siempre el más terrible.

MORAND: Memorias de la Academia de cirugía.

NOTA: El cirujano Sauver François Morand (1697-1773) fue un académico francés, miembro fundador de la Academia de Cirugía de París en 1731 y miembro de la Real Academia de Ciencias de Francia. También fue un destacado colaborador de la Enciclopedia. Realizó investigaciones en los campos de la cirugía y la anatomía patológica de las que dejó referencias en varios tratados y memorias que tuvieron gran influencia en sus contemporáneos y en la siguiente generación de médicos del siglo XIX.

jueves, 26 de diciembre de 2024

La agonía en sentido teológico

La Agonía de Jesús en el Jardín de los Olivos

AGONÍA (del gr. agonía, "combate", "lucha"). Los últimos instantes de la vida, caracterizados por la congoja que invade al moribundo. En sentido teológico, desígnase por Agonía Domini o Agonía del Señor a las mortales angustias que invadieron el alma de nuestro Adorable Redentor en el Huerto de los Olivos, próxima su Pasión en el momento en que todas las fuerzas del mal se cebaban triunfantes en su naturaleza humana, con permisión de la divina, y le obligaban a una lucha moral antes de entregarse a los tormentos físicos que debía padecer. Los discípulos predilectos, Pedro, Juan y Santiago, los mismos que habían gozado de la visión gloriosa del Señor en la Transfiguración, fueron incapaces de velar y orar con Él, cuando la humanidad abatida del Salvador tanto debía de necesitar del auxilio de sus oraciones. Con el alma presa del desengaño y la amargura retiróse Jesús a cierta distancia del sitio en que dormían los tres discípulos, para sufrir, completamente solo, los dolores de la agonía. Durante la misma, se le apareció un ángel, que vino a confortarle, pero los sufrimientos y angustias de aquella hora fueron tan horribles, que llegó a sudar gotas de sangre. La Agonía se refiere en Mat. XXVI, 38 y Marc., XIV, 34. y sólo en Luc. XXII, 43. la Consolación del ángel y el Sudor de sangre. La autenticidad de Luc., XXII, 43. demostrada ya por san Justino (Dial., 103, 8), es aceptada hoy generalmente, ya que importantes manuscritos y traducciones citan este pasaje. Igualmente se afirma por la sentencia de la Comisión Bíblica de 26-VI-1912 (Acta Ap. Sed., IV. 463) y Euchir, Bibl., 1927, n. 410.

De la Enciclopedia Católica, T. I. Dalmau y Jover edit. Barcelona, 1956, p. 270.

viernes, 24 de mayo de 2024

El misterioso retrato post mortem de Miguel Antonio Vilardebó

Retrato post morten de Miguel Antonio Vilardebó

Autor: Albin Favier

Óleo sobre tela - 54 x64,5 cm

Museo Histórico Nacional - Montevideo

En el acervo del Museo Histórico Nacional de Montevideo se encuentra un curioso retrato post mortem  obra del pintor Albin Favier en el siglo XIX. Se trata del poderoso empresario Miguel Antonio Vilardebó (1773-1844) retratado inmediatamente después de su muerte a pedido de su familia, según costumbre de la época. Lo que llama la atención es el misterioso vendaje sanguinolento atado a la cara del personaje. Durante mucho tiempo se ha especulado acerca de dicho vendaje, tan inusual en los retratos post mortem y si tiene alguna relación con alguna enfermedad o lesión vinculada a la muerte del personaje. Recientemente un grupo de peritos forenses de la Universidad de la República liderados por el patólogo Dr. Eduardo Soiza Larrosa ha realizado un análisis del retrato desde una perspectiva médico legal y ha resuelto un misterio de 177 años. 

Quienes quieran conocer la conclusión, pueden descubrirla aquí: Análisis médico legal MHN

miércoles, 31 de enero de 2024

Crepúsculo


La tarde muere en una agonía lenta... El Sol desciende moribundo en un horizonte rojo, como vencido entre un mar de sangre; sus últimos rayos, sin fuerzas ya, colorean los tejados de las cabañas; Después... llega su muerte final.

Las sombras crepusculares invaden las llanuras, retornan a sus nidos; las vacas balan con balidos fúnebres. Después... Silencio de campiña... soledad de desierto... murmullos de aves e insectos en las selvas vírgenes. ¡Salve a ti! ¡oh, Naturaleza! 

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Y mientras la soledad y el silencio, invade los campos y los bosques; y los bosques; y la dicha, la felicidad, y el reposo se albergan en los corazones campesinos, allá lejos en la ciudad degradada y corrompida se oye una algazara infernal; es la chusma malsana que se agita, los gusanos comienzan a roer el cáncer de humores pútridos.

¡Sociedad vil y maldita!

Luis Ravagni


lunes, 27 de febrero de 2023

José María, ¡12 años!


José Ma. Menéndez, de edad 12 años, domiciliado en el "Bañado" (Sección 12), se asiste en este hospital de una herida contusa de la mano derecha; herida que marchaba a la cicatrización en muy buenas condiciones; estando aun en tratamiento piden de casa del enfermo asistencia a domicilio, pues éste se encontraba imposibilitado de venir al hospital a continuar sus curas. Estando de guardia ese día me trasladé al domicilio del enfermo. El enfermo se encontraba en cama aparentando estar tranquilo. Sólo, si, lo dominaba un terror pánico y repetía siempre estas palabras: "Ya me vuelve otra vez. Si me vuelve me voy a morir." 

Hice un examen muy superficial del enfermo, pero noté que había cierto grado de rigidez en los músculos de la cara y del tórax; por estos datos y por el interrogatorio que hice a la familia, presumí que se trataba de un caso de tétanos; traté entonces de buscar la puerta de entrada a la infección, preguntándome si la herida de la mano sería el foco infeccioso. 

Examinado el enfermo, encontré en un pie una herida (producida por un vidrio) posterior a la herida de la mano, que se había hecho el enfermo días antes andando descalzo en la tierra de los alrededores de su casa, en juego con otros compañeros, herida en malas condiciones, sucia y llena de tierra; por tanto, no vacilé en suponer que esta herida del pie era muy probablemente la causa de la enfermedad; un momento antes de retirarme, moví la cama del enfermo y entonces le pude observar en pleno ataque tetánico. Dada la gravedad del pronóstico de esta enfermedad, y para mejor atención, le di pase al Aislamiento para que allí fuese tratado. El enfermo murió allí.

Observación primera de la Tesis doctoral de Medicina del Dr. Félix Silvera. Buenos Aires, 1899.

lunes, 31 de enero de 2022

Inhumaciones de vivos



El enterrar personas vivas, creyéndolas muertas, es más frecuente de lo que se puede pensar. Muchos son ya los casos sucedidos, y los gobiernos de las naciones civilizadas dictaron providencias serias, para cortar el abuso de precipitar el entierro de los muertos. En los países cálidos deben mediar veinte y cuatro horas, y cuarenta y ocho en los fríos, salvo algunas bien motivadas excepciones. Lo más prudente para evitar éste, el más terrible de todos los males, sería el de velar cuidadosamente a los presuntos cadáveres, y no darles sepultura hasta la evidencia de los signos de la muerte. Estos son: 1°. la suspensión de la respiración; 2°. la opacidad de los ojos; 3°. la frialdad de todo el cuerpo; 4°. la inflexibilidad de los miembros; 5°. el olor cadavérico y 6°. la putrefacción incipiente. 

Las enfermedades, que pueden dar lugar a creer, que un cuerpo esté muerto son: la síncope, la catalepsia, la estrangulación, la sofocación, los envenenamientos y los ahogados. Es necesario no sepultar los cuerpos de estos males, hasta observar los principios de la putrefacción; no importan los días que pasen. Las muertes repentinas, pueden provenir también de osificación o ruptura del corazón, de los aneurismas de la aorta, de una hemorragia interna, de la apoplejía. Puedan estas reflexiones servir a los deudos de corazón poco sensible, que apenas ven expirar los infelices pacientes, ya quieren expulsarlos de casa. ¡Consideren el horror de verse vivo en un sepulcro!

De: "Medicina doméstica, o sea, arte de conservar la salud, de conocer las enfermedades, sus remedios y aplicación, al alcance de todos" por J. G. de J. Pérez. Buenos Aires. Imprenta de la Revista, 1854.

martes, 4 de enero de 2022

Reflexiones sobre la muerte

En nuestros números anteriores hemos tratado sobre el hombre desde su creación, describiendo su organización o estructura de su cuerpo y sus sentidos, y el análisis de la sangre en la que parece estar la vida animal, ahora será nuestro deber tratar de la muerte bajo todos sus aspectos, y en todas sus relaciones con el individuo y con la sociedad. La voz muerte. es una contraposición de sentido con la palabra vida y puesto que a la privación de esta se sigue aquella; pero entre estas dos palabras hay una diferencia, y esta es, que la vida tiene principio, curso y fin, pero la muerte no tiene fin, curso ni principio, porque no tiene existencia, no es mas que una privación, una quimera, una nada, es el termino prescrito por la naturaleza, o puesto por la violencia a la vida.

La muerte en el bruto es la mera privación de la vida, mas en el hombre no solo es privación de la vida animal, mas la separación misteriosa de un alma espiritual que ha estado unida á su cuerpo como su habitación, y por la destrucción de su morada pasa á vivir independiente en un otro mundo. En esta relación merece la muerte del justo el primer lugar en nuestras reflexiones, cuyo objeto principal será desvanecer algunos errores que la ignorancia ha confundido con la religión.  

De "El Instructor o Repertorio de historia, bellas letras y artes". 1/1837, n.º 37.

NOTA: Este interesante artículo de "El Instructor", fechado en 1837, consta de dos asuntos que se irán transcribiendo en las próximas semanas: I - Muerte natural y II - Muerte violenta.