viernes, 4 de julio de 2025

Velorios en Entre Ríos


Si no fuese por el viaje un poco largo, os aconsejaría que fueseis a morir a Entre Ríos, porque al menos tendríais el consuelo de saber que vuestra muerte hará pasar a muchos vivos una noche de alegría. Cuando, de miembro viviente de la sociedad, un hombre se ha transformado en cadáver, se le viste  inmediatamente con sus mejores trajes y se le acomoda en un cuarto, sobre un féretro o sobre el suelo. Esta operación se hace con tanta solicitud, que, llamado muchas veces a distancias de algunas millas para socorrer a un moribundo, lo encontré ya vestido y rodeado de un cerco de velas de sebo, esperando que entrase la noche para recibir el tributo del "velorio". Sin conocer los estudios de Brown-Séquard, aquella buena gente sabe distinguir el momento en aparece la rigidez cadavérica y se apresura a vestir a sus muertos antes de que ésta se lo impida. 

Al velorio se invita a todos los parientes y amigos; por sí mismos se invitan los vecinos, los parásitos y los holgazanes. El objeto es velar una noche, rogando en favor del alma que ha partido, pero entre uno y otro rosario, se toma mate, se come, se bebe y se juega. La descarada gritería de los jugadores y el rastro de sus palabras de amor, interrumpen el murmullo triste y lento del De profundis, al que se dedican algunos pocos deudos. El concurso de la alegría y del dolor, de la vida y de la muerte, forma un contraste tan inarmónico, que no se puede por lo menos que temblar, pensando en la extrañísima pasta de la que está hecho el Homo Sapiens de Linneo. 

Sin embargo, creed, bajo mi palabra, que los entrerrianos no son más duros de corazón, ni más escépticos que los romanos, que pagaban las lágrimas, y compradas, las encerraban en la urna, en ludibrio del silencio venerable de la muerte, o como los buenos milaneses, que huyen de la casa del difunto, no sé si por horror del féretro o en salvaguardia de su propio egoísmo. Cuando en Entre Ríos muerte un niño, el velorio es acompañado siembre con bailes. De aquí deriva el proverbio argentino: "Morí para que bailemos". Triste escuela para la juventud, que educándose para la vida, ve recibir con fiestas a la muerte.

PAOLO MANTEGAZZA

NOTA: Paolo Mantegazza (1831-1910) fue un médico, antropólogo y viajero italiano que dejó una importante obra reconocida internacionalmente. En 1854 llegó a la República Argentina, a la que recorrió estudiando sus costumbres, enfermedades, remedios naturales, psicología y otros aspectos médicos y sociales.

jueves, 20 de febrero de 2025

Visita a un cementerio


17 de marzo de 1861 - A las primeras horas de esta tarde se ha reapoderado de mí una languidez homicida; disgusto y lasitud de la vida, tristeza mortal. He andado errante por el cementerio; yo esperaba que en aquel lugar me recogería y reconciliaría con el deber. ¡Vana quimera! El mismo campo del reposo se había hecho inhospitalario. Unos obreros raspaban y arrancaban el césped; los árboles estaban secos, el viento frío, el cielo gris; una aridez prosaica y profana deshonraba el asilo de los muertos. Me ha impresionado fuertemente este gran vacío de nuestro sentimiento: el respeto de los difuntos, la poesía de las tumbas, la piedad del recuerdo. Nuestros templos están demasiados cerrados, y nuestros cementerios demasiado abiertos. El resultado es el mismo. El alma agitada, atormentada que quisiera encontrar fuera de la casa y de las miserias cotidianas un lugar donde orar en paz, o derramar ante Dios sus angustias, o recogerse en presencia de las cosas eternas, no sabe adonde acudir. Nuestra Iglesia ignora estos sentimientos del corazón, no los adivina, tiene poca previsión compasiva, pocas consideraciones discretas por las penas delicadas, ninguna intuición de los misterios de la ternura, ninguna suavidad religiosa. So pretexto de espiritualidad, lastimamos aspiraciones legítimas. Hemos perdido el sentido místico, y sin él ¿qué es la religión? una flor sin perfumes. ¡Siempre estamos repitiendo arrepentimiento, santificación! Pero también la adoración y el consuelo son dos elementos esenciales, y quizá deberíamos darles más lugar.

Del "Diario Íntimo" de Henri-Fréderic Amiel. La España Moderna. Madrid. 

HENRI-FRÉDERIC AMIEL (1821-1881): Filósofo y escritor suizo, autor de un "Diario Íntimo" del cual ha dicho Renán: "Este libro admirable ha revelado el poderoso genio de Amiel".

sábado, 1 de febrero de 2025

Caja china I

Ejemplo de caja china: Damas montevideanas fotografiadas en la década de 1840.

La particularidad de estas fotografías es que en ellas los familiares posan junto al retrato fotográfico del difunto –retrato, en general, tomado en vida- que acompaña como si estuviera allí con su familia. Este interesante y temprano uso de la fotografía dentro de la fotografía (con fuerte puesta en primer plano de los vínculos familiares) modelará un formato cuyos ecos pueden imaginarse en algunas elecciones estéticas actuales. (...) En un daguerrotipo perteneciente a la colección Cuarterolo, se ve a dos mujeres sentadas, una vestida de negro, mayor que la otra y posiblemente su madre, que sostiene en su falda un pequeño retrato. Aunque difícil de discernir quién aparece en la fotografía sostenida, la ausencia evidente de un hombre que ocupe el rol del padre da una pista concluyente: se trata de una viuda y su hija posando junto al retrato del marido/padre muerto. 

Tomado de: Cajas chinas. La foto dentro de la foto o la foto como cosa1 por Natalia Fortuny. En; Revista Chilena de Antropología Visual - número 17 - Santiago, Julio 2011 - 43/70 pp

jueves, 30 de enero de 2025

Testimonio de la triste muerte de un adolescente desconocido

Querubín - Dibujo a lápiz de autor desconocido. Siglo XIX.

He visto un desgarro de esta clase en un niño de 13 años que se extendía desde el tercio inferior de la pierna hasta el dorso del pie cerca de los dedos, trilaceradas todas las parte menos el tendón de Aquiles y los músculos plantares. No se amputó, sobrevino una grave inflamación, daba a menudo sangre, se presentó una abundante supuración que insensiblemente aniquilaba al individuo, y el cirujano a pesar de todos estos síntomas tan alarmantes se empeñaba en conservar el miembro, fundándose en la edad del sujeto, y en que la cicatrización en los niños es muy rápida. Estas razones, sin embargo, nada podían en quienes las escuchaban e insistían siempre en la operación. Una mañana la propuso el cirujano al paciente, este se puso a llorar y al día siguiente no existía. En este caso, concluyo, la indicación era positiva, debió operarse en el momento, y si esto no se pudo hacer por la inflamación que se presentó, no debía haberse esperado que quedase solo un día de vida al enfermo. ¡Cuántos casos desgraciados se observan generalmente porque el cirujano se deja conmover de los ayes que va a exalar el enfermo durante la operación!

Tomado de la "Disertación sobre el tiempo que deben amputarse los miembros" [manuscrito] : Sostenida en Buenos Aires el día 13 de diciembre de 1833 por Indalecio Cortinez, bajo la dirección de su maestro el Doctor Don Juan J. Montes de Oca.

NOTA: ¿Quien era es este chico? No conocemos siquiera su nombre y seguramente nunca lo sabremos. Solo conocemos esta referencia acerca de las terribles circunstancias de su muerte gracias a este testimonio desgarrador que consta en la tesis doctoral de un estudiante de medicina argentino presentada en el año 1833. Que este recuerdo sirva a modo de homenaje póstumo a dos siglos de su muerte. 

viernes, 27 de diciembre de 2024

La muerte por hemorragia

Un sentimiento natural une a la idea de perder su sangre un terror maquinal, de que es tan susceptible el niño que empieza a expresarse como el hombre de mas valor. No podemos decir que este temor sea quimérico, porqué si se contasen los que pierden la vida en una batalla, veríamos que tres cuartas partes perecen por alguna hemorragia, y en las grandes operaciones quirúrgicas este accidente es casi siempre el más terrible.

MORAND: Memorias de la Academia de cirugía.

NOTA: El cirujano Sauver François Morand (1697-1773) fue un académico francés, miembro fundador de la Academia de Cirugía de París en 1731 y miembro de la Real Academia de Ciencias de Francia. También fue un destacado colaborador de la Enciclopedia. Realizó investigaciones en los campos de la cirugía y la anatomía patológica de las que dejó referencias en varios tratados y memorias que tuvieron gran influencia en sus contemporáneos y en la siguiente generación de médicos del siglo XIX.

jueves, 26 de diciembre de 2024

La agonía en sentido teológico

La Agonía de Jesús en el Jardín de los Olivos

AGONÍA (del gr. agonía, "combate", "lucha"). Los últimos instantes de la vida, caracterizados por la congoja que invade al moribundo. En sentido teológico, desígnase por Agonía Domini o Agonía del Señor a las mortales angustias que invadieron el alma de nuestro Adorable Redentor en el Huerto de los Olivos, próxima su Pasión en el momento en que todas las fuerzas del mal se cebaban triunfantes en su naturaleza humana, con permisión de la divina, y le obligaban a una lucha moral antes de entregarse a los tormentos físicos que debía padecer. Los discípulos predilectos, Pedro, Juan y Santiago, los mismos que habían gozado de la visión gloriosa del Señor en la Transfiguración, fueron incapaces de velar y orar con Él, cuando la humanidad abatida del Salvador tanto debía de necesitar del auxilio de sus oraciones. Con el alma presa del desengaño y la amargura retiróse Jesús a cierta distancia del sitio en que dormían los tres discípulos, para sufrir, completamente solo, los dolores de la agonía. Durante la misma, se le apareció un ángel, que vino a confortarle, pero los sufrimientos y angustias de aquella hora fueron tan horribles, que llegó a sudar gotas de sangre. La Agonía se refiere en Mat. XXVI, 38 y Marc., XIV, 34. y sólo en Luc. XXII, 43. la Consolación del ángel y el Sudor de sangre. La autenticidad de Luc., XXII, 43. demostrada ya por san Justino (Dial., 103, 8), es aceptada hoy generalmente, ya que importantes manuscritos y traducciones citan este pasaje. Igualmente se afirma por la sentencia de la Comisión Bíblica de 26-VI-1912 (Acta Ap. Sed., IV. 463) y Euchir, Bibl., 1927, n. 410.

De la Enciclopedia Católica, T. I. Dalmau y Jover edit. Barcelona, 1956, p. 270.

viernes, 24 de mayo de 2024

El misterioso retrato post mortem de Miguel Antonio Vilardebó

Retrato post morten de Miguel Antonio Vilardebó

Autor: Albin Favier

Óleo sobre tela - 54 x64,5 cm

Museo Histórico Nacional - Montevideo

En el acervo del Museo Histórico Nacional de Montevideo se encuentra un curioso retrato post mortem  obra del pintor Albin Favier en el siglo XIX. Se trata del poderoso empresario Miguel Antonio Vilardebó (1773-1844) retratado inmediatamente después de su muerte a pedido de su familia, según costumbre de la época. Lo que llama la atención es el misterioso vendaje sanguinolento atado a la cara del personaje. Durante mucho tiempo se ha especulado acerca de dicho vendaje, tan inusual en los retratos post mortem y si tiene alguna relación con alguna enfermedad o lesión vinculada a la muerte del personaje. Recientemente un grupo de peritos forenses de la Universidad de la República liderados por el patólogo Dr. Eduardo Soiza Larrosa ha realizado un análisis del retrato desde una perspectiva médico legal y ha resuelto un misterio de 177 años. 

Quienes quieran conocer la conclusión, pueden descubrirla aquí: Análisis médico legal MHN