lunes, 31 de diciembre de 2012

Feliz 2013




Estimados seguidores de Galería Nocturna, quisieramos expresarles nuestro deseo de un feliz año nuevo lleno de logros y satisfacciones para cada uno de ustedes. Esperamos que en el año que se inicia podamos seguir mejorando significativamente la calidad del material de nuestro blog y desearíamos que nos hagan llegar sus aportes y sugerencias. En nuestro nombre y el de nuestra querida mascota, el vampirito Charby, les saludamos y les deseamos un feliz 2013.

sábado, 29 de diciembre de 2012

El culto a la Santa Muerte


La 'Santa Muerte', imagen adorada en México

Son muchas las representaciones que existen de la muerte, así como nombres que tenido a lo largo de la historia, ya que muchas culturas la han adorado; en la actualidad es la imagen esquelética vestida con una túnica la imagen que la representa, se puede encontrar de diferentes colores cada uno simboliza algo en particular. Dependiendo de la petición del fiel, es el color de la muerte que se debe de escoger para colocar en el altar: Blanca, salud; negra, fuerza y poder; morada, para abrir caminos; café, para embocar espíritus del más allá; verde, para mantener unidos a los seres queridos; roja, para el amor y la amarilla, para la buena suerte. Se dice que su día oficial es el 15 de agosto, declarado como "Día de la Santa Muerte" por sus fieles.

Aunque la Iglesia Católica condena esta veneración, denominándola como "pecaminosa", algunos asocian esta práctica con la Iglesia. Mientras tanto a la mayoría de sus seguidores parece no importarle la contradicción entre su religión y el culto pagano a "La Santa". Por ello, se organizan rituales similares a los cristianos, incluyendo procesiones y oraciones con el fin de ganar su favor. Muchos hasta llegan a erigir su propio altar en su hogar, oficina o negocio para sentirse protegidos por ella. El altar suele consistir de una estatuilla cuyas medidas va de 15 centímetros a tamaño humano, rodeada de distintas ofrendas, entre las cuales se encuentran arreglos florales, frutas, inciensos, vinos, monedas, dulces y golosinas, además de velas, cuyo color varía de acuerdo a la petición.

La gente acude a ella para pedirle milagros o favores relacionados con el amor, la salud o el trabajo. Por otro lado, también se le pide por fines malévolos, tales como la venganza y la muerte de otros. Sus simpatizantes suelen identificarse al portar algún dije o escapulario de su imagen, mientras que otros optan por llevar su figura de manera indeleble, al tatuársela en la piel. Como elementos indispensables se exigen los puros, los cuales deben estar constantemente encendidos, y el imprescindible pedazo de pan. El escritor y poeta mexicano Homero Aridjis, autor del libro "La Santa Muerte", ha seguido y ha documentado este fenómeno desde muy cerca.

Inicialmente su devoción era exclusiva de criminales, incluyendo contrabandistas, pandilleros, ladrones y prostitutas, quienes suelen hacerle peticiones, tales como el librarles de las balas de la policía o de cualquier otro mal, como por ejemplo, la cárcel. Contradictoriamente, es fácil encontrar devotos del otro lado de la ley, entre ellos militares y policías, quienes piden una bendición para su pistola y sus balas. Incluso, la devoción a "La Flaca" se ha convertido en algo popular dentro de la elite política y empresarial. Aquellos que acuden a su altar la veneran como si fuese una santa, persignándose y rezándole para que se cumplan sus peticiones.

El apego a esta creencia (Entendemos como superstición a la creencia que tiene fundamento en causas sobrenaturales o desconocidas).  Se ha extendido al territorio estadounidense con la inmigración de varios de sus discípulos, quienes afirman haber entregado su travesía a su "santa", llevando entre sus ropas imágenes de ella para mantener su continua protección. Debido a la creencia de que prefiere no ser llamada por su nombre, se dice que la muerte agradece si es nombrada con cariño con el uso de alguno de sus apodos favoritos, tales como "La Comadre", "La Bonita", "La Flaca", "la Señora" o "La Niña".

La Santa Muerte es adorada y su  rito ha sido prohibido y criticado por la Iglesia Católica, una escultura de un cuerpo esquelético envuelto en una túnica; recibe ofrendas como puros, alhajas y hasta vestidos de novia de quienes la invocan para conseguir marido. El misticismo es una doctrina filosófica y religiosa que admite la realidad de una comunicación directa y personal con Dios por intuición o éxtasis. Hoy la veneración a esta deidad se extiende por varias regiones del territorio mexicano, siendo narcotraficantes y otros delincuentes sus más fervientes creyentes. Los fieles creyentes de la Santa Muerte están en descontento. El gobierno mexicano canceló el registro al grupo religioso bajo el argumento de que violó sus propios estatutos.

"Al haber registrado un objeto de culto y dedicarse a otro, se afecta gravemente el objeto de la asociación religiosa y se les retira el registro en garantía de las personas que profesan esta confesión", argumentó Armando Salinas Torre, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación.( Barranco, Bernardo,2005) A pesar de que la Iglesia de Roma siempre ha repudiado esta práctica, que antecede al conquistador español Hernán Cortés, está integrada por 15 parroquias en Los Ángeles, California, y una en México. El culto pagano a la Santa Muerte, que recientemente ha cobrado popularidad, cuenta con dos millones de creyentes en México y es venerada en el barrio de Tepito, en el centro de la capital mexicana. 

De "El culto a la Santa Muerte: un estudio descriptivo" de Sandra Araujo, Marisela Barbosa, Susana Galván, Aurea García h Carlos Uribe; Universidad de Londres.

lunes, 24 de diciembre de 2012

"La llama azul" (Cuento de Navidad)




Era la víspera de Navidad. Hacía mucho frío porque nevaba desde por la mañana. En las calles blancas caminaba una niñita: no tenía padre ni madre, y su abuela, a quien tanto había amado, hacía un año que había muerto. Una mala madrastra había recogido a la infeliz niña, y la mandaba a vender fósforos por las calles. 

Iba vestida de andrajos y con los pies desnudos. La pobrecita tenía frío; pero no se atrevía a entrar en su casa sin haber vendido antes todos los fósforos, porque su madrastra la castigaría seguramente y la mandaría a acostarse sobre un montón de paja, en un inmundo desván sin darle de comer.

Todo el mundo corría por la calle ocupado en los preparativos de la fiesta de la noche; el árbol de Navidad se preparaba en todas las casas. Nadie tenía tiempo para ocuparse de la pobrecilla. Al pasar por delante de la vidriera de un panadero, los ojos se le iban detrás del pan; pero no se atrevió a pedir.

Oscureció: tocaron las campanas, y las calles fueron quedando poco a poco desiertas, uno que otro paseante, algún perro callejero era todo lo que veía. Vagando por las calles, azotada por el cierzo, la niña se fatigaba, y concluyó por sentarse en un rincón de la calle entre dos paredes, con la cabeza recostada en el muro.

Cada vez sentía más frío, y se le ocurrió encender uno de los fósforos; la madrastra no estaba allí; ¿cómo podría saberlo? Por lo demás, aquel fósforo calentaba un poco sus manos enrojecidas por el soplo helado de noche tan cruda. El fósforo brilló un momento, y le pareció a la pequeña que la llama pasajera regocijaba y animaba un instante su triste vida.

Cerró los ojos, y creyó ver delante de sí una gran cocina en la que se veía un pato relleno de castañas dorándose lentamente en el asador. ¡Qué rico debía ser aquello! Quiso acercarse para satisfacer su deseo, e hizo un movimiento que la despertó: la realidad reemplazaba al sueño. Sólo tenía ante su vista la calle desierta y blanca. Temblaba de frío: un fósforo más, después dos... ¡Ah! ¡qué alegre era aquella claridad y aquel chirrido!

Vió luz en una de las ventanas y se acercó a mirar. ¡Qué cosas tan hermosas se ofrecieron a la vista! En el centro de un salón profusamente iluminado se levantaba el árbol verde, todo adornado de cintas y cubierto de juguetes; luces, adornos de papel dorado, plateado, salpicado de lentejuelas; escalas de Jacob subiendo alrededor del árbol hasta la estrella de los pastores, que brillaba en la cúspide.

Allí cerca estaban un padre y una madre mirando enternecidos a los niños alegres que bailaban batiendo palmas y cantando los himnos de Navidad. ¡Qué alegría mirarlos! ¡Le parecía a la pobrecita que se hallaba entre ellos! Pero de repente notó que el frío la estrechaba demasiado, y pensó en la helada buhardilla donde vegetaba tan desamparada. ¿Qué le dirían cuando volviera? ¡Qué áspero recibimiento le haría su madrastra! ¡En qué abundancia caerían sobre ella los palos, de los que ya parecía sentir las magulladuras! ¡Ah! ¡más bien quedarse en la calle hasta el día siguiente y morir allí!

Tenía entre sus manos el paquete de fósforos; no pudo resistir a la tentación: los fósforos calientan, y ¡es tan divertido verlos arder! ¡Ea! ¡uno! ¡dos! ¡tres! ¡cuatro!... Si se encendiese todo un paquete, ¡qué hermoso sería, Dios mío! Dicho y hecho. Le pareció a la pobre niña que nunca había contemplado nada más hermoso. Muy pronto, el último fósforo brilló: ella creyó ver, vió en verdad abrirse el cielo, y a su abuela que se adelantaba y la llamaba con los brazos extendidos. En el mismo instante la niñita exclamó encantada: "¡Ya voy, abuelita, ya voy!", mientras que una sonrisa extática iluminaba su rostro...

A la mañana siguiente se encontró en el rincón de la calle una rubia niña vestida de andrajos. Estaba muerta, helada por el frío, con los pies desnudos y una caja de fósforos vacía en las manos. Ella había ido al cielo, al lado de sus queridos padres, a calentarse el corazón a la dulce llama azul del eterno amor.

De la obra "Ejercicios progresivos de Lectura, Ortografía y Ortología" por Emma Catalá de Princivalle; Imprenta 'El Siglo Ilustrado', Montevideo, 1913.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Post Mortem LXXI




He aquí la imagen postrera y serena de una religiosa que yace en su lecho mortuorio. Su aspecto es tranquilo y apacible, propio de alguien que, tras una vida virtuosa y dedicada a servir a los demás, se fue de este mundo en paz,o hacia la eternidad, a reencontrarse con su Criador.

martes, 18 de diciembre de 2012

Vencer a la muerte


Vencer a la muerte es siempre grande y generoso; pero nunca lo es tanto como cuando se la vence en el niño, porque la muerte del niño es la muerte injusta: es una culpa de la naturaleza.

José Enrique Rodó
(1871-1917)

viernes, 14 de diciembre de 2012

El Infierno de Dante (1911)



Les invito a ver el film L'Inferno del director Giuseppe de Liguoro (1911) basado en el relato de la Divina Comedia de Dante Alighieri (1265-1321). Se trata de una verdadera joya de los inicios de la cinematografía que ya cuenta con más de 100 años. El resultado obtenido es asombroso para la época y se hace visible la influencia de los dibujos del artista francés Gustave Doré quien realizara hermosas litografías para ilustrar varias obras literarias. La música de Tangerine Dream que se le ha agregado me parece un gran acierto.

lunes, 10 de diciembre de 2012

La Muerte negra



Una característica de los últimos tiempos medievales fue el recrudecimiento de las habituales epidemias. Mientras la "malaria", es decir el "aire pestilente" de los italianos (paludismo), la lepra, el tifus, la "influenza" (denominación de origen astrológico de nuestra gripe), el "fuego de San Antonio" (ergotismo) continuaban su acción; en el siglo XIV Europa es invadida por la "Muerte negra" (peste bubónica de tipo pulmonar), que provocó un verdadero hiato en la historia europea. Nacida hacia 1333 en la región central de Asia, penetró en Europa vía Mediterráneo y vía Rusia, asolando a sus habitantes hasta el mar de Irlanda durante cuatro años. Alcanzó su clímax en 1348. 

Se ha dicho que pereció la cuarta parte de la población por la peste, dato quizás exagerado, aunque cabe tener en cuenta que el siglo XIV fue un siglo de calamidades: hambrunas, guerras y revueltas pudieron debilitar las defensas orgánicas, en tiempos en que la población, en especial la urbana, no estaba en condiciones de protegerse de las enfermedades infecciosas, cuya difusión era facilitada por un tráfico incontrolado.

Muchos médicos se ocuparon de la peste e investigaron sus causas, atribuidas en general a factores astrológicos, cuando no a los judíos. La Muerte negra actualizó la idea de contagio, del carácter contagioso de ciertas enfermedades y de las medidas de aislamiento que se habían puesto en práctica en el caso de la lepra y que, inhumanas como fueron, había librado a Europa del mal. El hecho es que a fines del siglo XV aparece la actual "cuarentena", así como algunos intentos de legislación sanitaria.

Otra epidemia, más bien curiosa, conocida en la antigüedad  pero que la Muerte negra actualizó confiriéndole caracteres psicopáticos fue el "Baile de San Vito" (corea) que degeneraba en frenéticos bailes colectivos y que en Italia, donde se suponía que era provocada por una tarántula y se curaba con música, dio lugar a una composición musical: la "tarantella".  

De "Historia de la Medicina" por José Babini; Editorial Fundación Argentia, Buenos Aires, 1980.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Sacrificios humanos de los primitivos pueblos ecuatorianos



Entre los pueblos ecuatorianos había algunos que, como los puruhaes, adoradores del Chimborazo, hacían sacrificios humanos sobre el altar del templo levantado en el límite de las nieves perpetuas. El ídolo recibía la sangre de los prisioneros de guerra. Tenían también la práctica de la inmolación de los primogénitos, cuyos cadáveres conservaban embalsamados, dentro de sus habitaciones, en vasos de piedra o de barro.

En la costa de las Esmeraldas, los indígenas, a semejanza de los jíbaros de las selvas orientales, ofrecían a sus dioses las tsantsas o cabezas reducidas de los enemigos, muertos en sacrificio. Adornaban los templos con estas cabezas, preparadas de un modo especial para que su tamaño disminuyese, hasta quedar como el puño de la mano de un hombre. En Manabí, en Machala y en la isla de Puná, notable por la fiereza de sus habitantes, no solo sacrificaban a los prisioneros de guerra, sino a las mujeres y a los niños.

Practicaban sus ritos con refinamientos complicados. Despellejaban los cadáveres de sus víctimas, y después de preparar la piel con todo esmero, la llenaban de ceniza, y finalmente la cosían, para que todo el cuerpo humano apareciese como de persona viva, en parte visible del templo.

De "Breve historia de América" de Carlso Pereyra; Editorial Zig-Zag, Santiago de Chile, 1946.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Los que no quisieron vivir IX: Edmundo Montagne



Con Edmundo Montagne, que pertenecía a mi generación, no conversé muchas veces ni fuimos realmente amigos. Tenía aspecto de hombre de mala salud, ojos saltones y expresión nada atractiva, aunque sonreía siempre, con sonrisa triste. Siendo joven estuvo en un manicomio, creo que por poco tiempo. Tenía muchos méritos personales: nobleza, bondad, generosidad, cordialidad. Publicó algunos libros, más de quince, casi todos de versos o de cuentos, sin lograr nunca el favor del público. Dejó un hermoso poema, La Velada, que figura en varias antologías y que no será olvidado. Pero su literatura, en general, carecía de vigor, de grandeza y de otras cosas que dan a los libros valor y preduración.

Trabajador útil, fundó revistas y juzgó, en artículos generosos y no exentos de sentido crítico, lo libros de sus colegas. Alguna vez trató de mí, y a Delfina le dedicó una página extensa y comprensiva. En El bazar del iluso, libro de malos versos, en la parte que tituló "La velada de los poetas", recordó a varios que habíamos cultivado la poesía: Banchs, Ugarte, Arrieta, Capdevilla -a quien llamó, solo Dios sabrá por qué, "viril tronador"*- y a otros muchos. Dice de mí: Gálvez por un "Sendero - de Humildad" y de aldeas - lejanas, viejos usos venerables - y cristianas ideas - nos trae, buen romero - en simplicísimas crónicas amables. 

Dejé de ver durante años a Montagne. Supe que había retornado al manicomio. ¿Por qué, después de tanto tiempo con buena salud mental, tranquilo, sin rarezas, sin decir nada que hiciera temer la catástrofe? Allí permaneció algunos años, hasta un día de 1941 se le encontró ahorcado en su celda.

* Tal vez quiso decir "trovador", y el linotipista y el corrector de la imprenta le hicieron una mala jugada.

De "Entre la novela y la historia" de Manuel Gálvez; Editorial Hachette, Buenos Aires, 1962.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Post Mortem LXX



Esta vez estamos ante una curiosa fotografía post mortem que muestra al cadáver de un niño bicéfalo, o mejor dicho, de dos niños siameses con un solo cuerpo. Seguramente los niños ya nacieron sin vida o bien fallecieron a las pocas horas de haber nacido, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos. La fotografía está firmada por Gardner and Philbrick, un reconocido estudio fotográfico que funcionó en la ciudad de Briddeford, Maine, entre las décadas de 1880 y 1900.