viernes, 16 de agosto de 2013

Amado Nervo: El miedo a la Muerte III


¡Morir! -seguía pensando (y sigo aún por mi desgracia)-. He de morir, pues, y todo seguirá lo mismo que si yo viviera. ¡Esta multitud que inunda las aceras continuará su activo y alegre tráfago, bajo el mismo azul del cielo, calentada por el mismo oro tibio del Sol! En los bosques los nidos seguirán piando y los amantes seguirán buscándose en las bocas la furtiva miel de la vida. Las mismas preocupaciones atormentarán a las almas... Los mismos placeres, sin cesar renovados, deleitarán a las generaciones... La Tierra continuará girando como una inmensa mariposa alrededor de la llama del Sol... y yo ya no existiré, ya no veré nada, ya no sentiré nada... Me pudriré silenciosamente en un cajón de madera que se desmoronará conmigo...

Pasarán las parejas de aves sobre la tierra que me cubre, sin conmover mis cenizas... El Sol despertará germinaciones nuevas en derredor mío, sin que mis pobres huesos se calienten con su fuego bendito. Mi memoria habrá pasado entre los hombres, mi huella se habrá perdido, mi nombre nadie habrá de pronunciarlo. El hueco que deje estará lleno... Y si al menos fuese así, si la muerte se redujese a un eterno e inconmovibles sueño... pero las palabras de Hamlet nos torturan el pensamiento: "Morir... dormir... soñar... ¡¡¡soñar acaso!!!

De "Almas que pasan" de Amado Nervo; Editorial Calomino, Buenos Aires, 1946.   

No hay comentarios: