viernes, 16 de diciembre de 2016

Ante el cadáver de Samuel Blixen

 SAMUEL BLIXEN
(1867-1909)

Hay seres indomables cuya pujanza es mucha porque nacieron fuertes, para la vida armados ; su fe es cota de malla y vencen en la lucha por la intuición que tienen de ser predestinados. Para ellos es el mundo palenque de combate, su viaje es una mezcla de Ilíadas y Odiseas ; y nunca se acobardan, y nada los abate, ya hieran las espadas o choquen las ideas. Y hay otros que llevando el faro del talento enhiesto en el cerebro, para alumbrar abismos, y músculos potentes como el discernimiento, esquivan las borrascas, son dueños de sí mismos. Y haciendo de su tiempo, tranquilos, dos mitades, sin grandes entusiasmos, ni padecer tristezas, esculpen con la pluma, que brota claridades, y gozan de la vida bohemia y sus bellezas. Samuel Blíxén fué de éstos; su atlétíca figura, en sí, no era el reflejo, la luna de Venecía de su intelecto claro, de helénica cultura, de su espíritu artístico de un hijo da la Grecia.

En cambio retrataba con precisión lo afable de su íntimo carácter, que ameno traducía, en la frase escultórica de su palabra amable, hilada de arabescos, — la más honda ironía. A nadie sombra él hizo; de nadie sintió celos, ni se alistó en las filas de tristes muchedumbres; jovial su pensamiento, volaba hacía los cielos, buscando, como el cóndor, lo alegre de las cumbres. Por eso, en su camino jamás fué detenido ; siguiera por el valle, trepara por la cuesta, de la suerte mimado, de la dicha elegido, perpetuamente estaba su corazón de fiesta. Cargó su fardo, á veces, de escepticismo sano que no tradujo en odio, ni cuando la perfidia le hizo volver los ojos hacía el sitio cercano donde ladraba agudo el lebrel de la envidia. Tan sólo fué implacable, feroz, con su persona; la castigaba siempre, creyéndose muy fuerte, y su oculto enemigo, ese que no perdona, piedad ni amor le tuvo y aceleró su muerte.


Ricardo Sánchez
Marzo  23 de 1909

Publicado en el  "Almanaque Ilustrado del Uruguay" (1912).

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