domingo, 23 de septiembre de 2012

En ataúd de pino



El 10 de febrero de 1824 tuvo lugar en Montevideo un entierro que debe contarse entre los más deshabitados e indigentes e indigentes que haya presenciado nuestra ciudad. Un tosco ataúd de pino es el que llevan al camposanto. Lo acompañan tan sólo un religioso y una mujer enlutada. El acto de la sepultura no se rodea de ninguna solemnidad: apenas el rezo de alguna oración. Un momento de recogimiento, y todo ha terminado. Así fue el entierro de la esposa de Artigas.

Rosalía Villagrán se encontraba internada desde tiempo atrás en el Hospital de la Caridad, enferma de cuidado. Pero hacía años que se había vuelto loca: desde que había perdido a dos de sus tres hijos, Eulalia y Petronila, de apenas unos meses de edad. Rosalía vivió y murió en la indigencia, a pesar de ser la esposa de quien era. 

Un sacerdote, el canónigo Pedro Vidal, tuvo que prestar 5 onzas de oro para que la familia pudiese pagar los oficios religiosos. Al morir ella, José Artigas se encontraba en su retiro paraguayo. Montevideo estaba ocupado por los brasileños. Aquí casi nadie se enteró de esa muerte.

De "Boulevard Sarandí" de Milton Schinca; Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1976.

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