martes, 26 de febrero de 2013

Los orígenes del Panteón Nacional uruguayo




Al tratarse sobre el tema de la erección del Panteón Nacional, es necesario historiar sobre el lugar donde se encuentra emplazado el mismo, es decir, el primer cuerpo del Cementerio Central y dentro de éste el porqué de la rotonda o capilla, en virtud de que el "Panteón Nacional" se halla ubicado en la cripta de la misma. En nuestra ciudad quedan algunos edificios que nos evocan el Montevideo del siglo XIX, cuando la ciudad llegaba solamente hasta la actual calle Ciudadela, y ellos son: la Catedral Metropolitana, el Cabildo, las casas que habitaron los generales Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera, la mansión de los Roosen Regalía (actual Museo Romántico), las recientemente restauradas casas que pertenecieron a don Tomás Toribio (primer arquitecto que tuvo Montevideo) y la de la familia Ximénez y algunas pocas más en vías de restauración, todas ellas dentro de la "Muy Fiel y Reconquistadora ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo" y extramuros de la misma, el Cementerio Central.

Dese la fundación de la ciudad y hasta la primera década del siglo XIX, las personas que fallecían eran inhumadas en los sitios siguientes: los militares en la Capilla de la Ciudadela; las personas de más distinción social en la Iglesia Matriz (atrio y corredor al norte) hasta el año 1791, en que s cura párroco Ortiz dispuso la construcción de un camposanto al sur, contiguo a la parroquia y bajo un cerco de pared de piedra; en la esquina de las calles San Francisco y San Miguel (hoy Zabala y Piedras) existía el convento de los Padres Recoletos con su respectiva capilla, siendo su santo patrono San Francisco de Asís, quedando al costado del mismo un corralón que iba hasta la calle San Luis (actual Cerrito), sin edificar, y que se destinó bajo cercado para dar sepultura a los que fallecían de la comunidad y a los menesterosos, de donde le quedó el nombre vulgar de "Corralón de San Francisco". La Parroquia de San Francisco de Asís, tal como es en la actualidad, emplazada en la esquina de las calles Cerrito y Solís, con su cúpula que nos recuerda el gótico alemán y en cuya cripta se venera todos los viernes al "Señor de la Paciencia", fue construida en el año 1870; a los falllecidos en el "Hospital de la Caridad" se les inhumaba en un terreno cedido a tales efectos, contiguo al hospital por el sur.

En el año 1808 se construyó el primer cementerio fuera de los muros de la ciudad, al sur y sobre la costa al mar. Estaba situado donde hoy forman esquina las calles Durazno y Andes, en un terreno propiedad de un señor Aguiar que lo cedió para esa finalidad, ocupando alrededor de una cuadra de largo y poco más de media de ancho. Por espacio de veintisiete años estuvo en servicio ese "Campo-Santo", conocido con el nombre de "Cementerio Viejo". Al clausurarse el "Cementerio Viejo", decretóse su demolición, reservándose el predio que ocupaba para la erección de un templo, que nunca se hizo. Siendo en Presidente de  la República el Brigadier General don Manuel Oribe se resuelve, en virtud del crecimiento de la población urbana y como medida sanitaria, prohibir en forma definitiva la inhumación de cadáveres en las iglesias dentro de los muros de la ciudad y, en consecuencia, se dispone la construcción de un cementerio a distancia considerable de las puertas de la Ciudadela, al sur y sobre la costa del mar.

Es así que por Ley de 10 de octubre de 1835, conocida por "ley provisoria o del Presidente Oribe", se levanta el verdadero primer cementerio público de Montevideo (actual primer cuerpo del Cementerio Central); en sus paredes se edifican nichos y se fraccionan las parcelas para la construcción de panteones por parte de los adquirientes de las mismas, siendo enajenados por el Jefe Político del departamento en un precio fijo de 40 y 50 pesos (patacones), respectivamente. La superficie que actualmente ocupan el segundo y tercer cuerpo fue destinada para la apertura de fosas para los pobres de solemnidad, reservándose el centro del primer cuerpo para erigir una capilla, y mientras, se construye una muy precaria hacia la izquierda, en el mismo sitio que hoy se levanta el panteón de "Los Mártires de Quinteros". Las actuales avenida Gonzalo Ramírez y calle Yaguarón se llamaron durante muchos años "Camino de la Estanzuela" y "Camino al Cementerio".

Por decreto de 30 de junio de 1858, conocido por "Secularización de los Cementerios", la jurisdicción del Cementerio Público pasa a depender de la Junta Económico Administrativa, siendo transferidos a la Comuna todos los libros y antecedentes, y como primera medida se le cambia la numeración a los nichos en sentido inverso al primitivo, es decir, ascendiendo de derecha a izquierda (nomenclator actual) y se expide un nuevo título de propiedad de cada local funerario, conservando la redacción del anterior. Dicha construcción se dispuso por los fundamentos siguientes: hasta ese entonces el servicio religioso para el difunto se realizaba en la parroquia respectiva y era conocido por "Misa de Cuerpo Presente", pero debido a las epidemias que asolaron al país entre los años 1857 y 1868, las personas que fallecían debían ser conducidas al cementerio casi de inmediato de constatado su deceso, prescindiéndose del servicio religioso. Esta situación creaba un clima de protestas por parte de los familiares, que no se conformaban que sus seres queridos fueran conducidos al cementerio sin recibir los sacramentos que ordena la Iglesia.

Es en mérito a estos fundamentos que se decide levantar dentro del cementerio, una capilla para que todos los fallecidos reciban los auxilios espirituales de la Iglesia antes de procederse a la inhumación. La capilla o rotonda (rotonda por su forma circular) fue diseñada por dos arquitectos suizos, los hermanos Bernardo y Francisco Poncini, y cuyo estilo nos evoca el neoclasicismo italiano. Su piedra fundamental fue colocada el 14 de agosto de 1859, y de su inauguración definitiva tuvo lugar el día 1º de noviembre de 1863 (por el calendario eclesiástico este día conmemora la festividad de "Todos los Santos"), la que ser realizó con Misa Solemne de Bendiciones y gran ceremonia pública. Desde su inaguración y hasta la primera década de este siglo, el capellán encargado de la capilla oficiaba misa todos los días domingos y festivos a las horas 8 y 10, para que las personas que vivían en las cercanías de la necrópolis y que carecían de medios de locomoción para trasladarse a la parroquia más cercana, no se vieran privadas de cumplir con los preceptos religiosos.

Al entrar en la capilla lo primero que llama nuestra atención es la hermosa reproducción de "La Pietá" de Miguel Ángel, ocupando su centro hacia el fondo, dejando lugar al túmulo de bronce con una plataforma giratoria, en el que se apoyan los ataúdes para recibir el responso correspondiente. Dentro de la rotonda se construyeron treinta nichos, los cuales fueron destinados para inhumaciones  depósito de restos pero posteriormente, por razones de higiene, se prohibió en los mismos el depósito de cadáveres, quedando convertidos en urnarios, es decir, sólo para colocar urnas. En la pared central al fondo y en las dos laterales podemos apreciar los vitrales construidos en el taller de los señores Valentían y Vittone en Montevideo, instalados en la calle del Ejido Nº 99/101. Dichos vitrales fueron colocados en el año 1900 y representan: los de la pared del fondo, la Virgen María con el Niño Jesús en brazos y San José; los de la derecha, San Pablo y San Mateo; y los de la izquierda, San Pedro y San Juan Apóstol. En las paredes exteriores también se construyeron nichos, cuyo número total asciende a veintiocho. Al contemplar las inscripciones que lucen las lápidas de todos los nichos, tanto interiores como exteriores, nos encontramos con gran parte del patriciado uruguayo.

(...)

Si bien no existe ninguna ley nacional o decreto departamental que disponga que la cripta de la capilla del Cementerio Central sea considerada como "Panteón Nacional", se tiene noticias que por la muerte del señor José Ellauri y por Decreto Nº 907, de 25 de noviembre de 1867, se autorizó su inhumación en dicha cripta, hasta tanto se construyera el mausoleo que se denominaría: "Panteón Nacional", y como desde la época de los romanos "la costumbre hace la ley", después del fallecimiento del señor José Ellauri se siguió inhumando en dicha cripta a las personalidades que por los servicios prestados a la República merecen descansar en el "Panteón Nacional".

Claudio Serra Maderna

De "Panteón Nacional", Serie de Temas Nacionales Nª 8; Publicación de la Biblioteca del Palacio Legislativo, Montevideo, 1979.

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