martes, 2 de julio de 2013

El corazón de Sarmiento


Domingo F. Sarmiento (1811-1888)

El día en que Sarmiento asumió el mando de la presidencia de la Argentina, su casa estuvo muy concurrida por los visitantes que fueron a felicitarlo. Al retirarse uno de los últimos amigos que quedaban, Sarmiento lo acompañó con su habitual cortesía hasta la puerta de la calle. El amigo, que era íntimo, manifestaba a Sarmiento la transición tan enorme que se había operado en él entre su vida del día anterior y la de ese momento, que ahora el jefe de la Nación, que todo dependía de su voluntad, que todo lo podía.

En esa circunstancia desembocó por la calle una mujer, que loca y desesperada, pedía socorro a gritos. Sorprendido por aparición tan extraña, Sarmiento la detuvo al pasar por su lado, inquiriendo las causas de su desesperación. Entonces la mujer le manifestó que su hijo estaba muriéndose. Volviéndose Sarmiento a su amigo, como si continuara el hilo de la conversación interrumpida, le dijo: -¿Ves? ¡Ahí tiene para lo que sirve ser presidente de la República: para llevar un poco de consuelo a una madre que pierde a su hijo!

De "El Derecho de Saber" por Luis Umbert Santos; Editorial Humanidad, México DF, 1953.

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