miércoles, 9 de enero de 2019

Suceso desgraciado


Nuestros pacíficos habitantes se vieron en la mañana del martes dolorosamente impresionados por una horrible desgracia que acababa de suceder a tres leguas de esta población. La triste nueva de haber perecido ahogados cinco individuos al atravesar una diligencia el paso de Bentos, corría de casa en casa con la rápidez del rayo, y la ansiedad por saber los detalles de tan luctuoso acontecimiento era grandísima. Los que conocen el sitio en que decían había sucedido el siniestro, no podían darse cuenta de lhecho, y abrigaban la consoladora esperanza de que no llegara a tener las proporciones que se le daban, pero ¡oh fatalidad...! a las pocas horas todos adquirimos la triste conviccíon de que era verdad cuanto se refería. El mayoral Patrocinio Fernandez, el cuar-teador de la diligencia y tres pasajeros que en ella iban ya no existían, todos habían perecido ahogados, salvándose únicamente el menor Barrios que fué el que llevó la noticia a San Carlos. Inútiles serían ya todos cuantos comentarios quisiéramos hacer para explicar el trágico fin de esos cinco desgraciados hombres que han pagado con su vida, que han perecido quizá por haberles faltado lo que mas necesita el hombre en los momentos de peligro, pero que no está en su mano poseer; la calma y serenidad: ¡quien sabe lo que a nosotros sucedería si nos viésemos en igual trance. Esta dolorosa lección, sin embargo, podrá servir de escarmiento y ejemplo para aquellos que impremeditadamente y sin ver el peligro que corren, se arrojan  aatravesar los arroyos; pero no basta sólo eso para evitar que en adelante ocurran otras desgracias análogas.

Es necesario  que desaparezcan los peligros, es necesario que la prensa de campaña, sobretodo, clame y clame sin cesar ,porque se arreglen cuando menos los pasos de los arroyos y cañadas, estableciendo alcantarillas, puentes  y calzadas. Revela un atraso, vergonzoso para el país, el aspecto deplorable que ofrecen al viajero nuestras vías de comunicación, y cuando se considera que una simple alcantarilla de tres o cuatro metros de altura hubiera bastado para editar la catástrofe ocurrida en el paso de Rentos, no puede menos de sublevarse el ánimo, arrojando la mayor parte de la culpabilidad a la incuria en este siniestro y abandono en que se tiene a nuestra campaña. Los grandes naufragios, las explosiones de máquinas, los incendios  de teatros, los hundimientos de minas, los descarrilamientos y otra multitud de sucesos aterradores que a cada momento ocurren en el mundo, llevando la desolación y el luto a millares de familias, en medio de lespanto que tales acontecimientos producen, dejan entreveer algo (de la asombrosa civilización y progreso del siglo  en que vivimos, pero  el hecho de ser arrebatada una diligencia por la corriente de un pequeño arroyo no revela mas que un atraso grandísimo y vergonzoso como decimos ,para el país en que tal cosa sucede. Si para poner un ferro-carril en explotación los Gobiernos exigen que tenga todas las garantías de seguridad ¿por qué se ha de consentir que las diligencias circulen por donde no hay caminos ni puentes? Bien merece, pues, llamar la atención de la prensa hacia este asunto, y desearíamos que los diarios de la Capital tomasen pié de él para insistir, agregando nuevas consideraciones a las infinitas que se han hecho ya en diversas ocasiones, sobre viabilidad pública. 

He aquí los datos que trascribimos de nuestro colega «El Eco del Pueblo« de San Carlos: Serían las 7 de la mañana de hoy cuando tuvimos conocimiento de la terrible desgracia que le había acontecido en el Paso de Bentos a la diligencia de Patrocinio Fernández. En esos momentos se decía que se habían salvado dos individuos, y  nos trasladamos con otras personas al lugar del suceso. Serían las diez de la mañana cuando llegamos y tuvimos ocasión de presenciar aque lcuadro conmovedor. La diligencia había sido arrastrada de dos a tres cuadras arroyo abajo —teniendo fuera del agua como una media vara de la parte superior. Los caballos prendidos yacían flotando cuatro —el de la cuarta, los boleros y uno de un costado. La vaca se conocía que había estado bajo las aguas. Dentro de la diligencia se veía un gran baúl y en un costado uno de los arreadores del mayoral. Tratamos de averiguar cómo había sucedido esa terrible desgracia y se nos dijo que la fuerza de las aguas había arrebatado al caballo del cuarteador, lo que impelió a la diligencia a seguir el curso de las aguas. Dentro de la diligencia se veía un gran baúl y en un costado uno de los arreadores del mayoral. Tratamos de averiguar cómo había sucedido esa terrible desgracia y se nos dijo que la fuerza de las aguas había arrebatado al caballo del cuarteador, lo que impelió a la diligencia a seguir el curso de las aguas.

Habían sido conducidos como una cuadra, cuando el menor Barrios, único que se salvó de la catástrofe, rompió un vidrio y se precipitó sobre la vaca: enseguida los pasajeros y el mayoral hicieron lo mismo, pero llegaron a verse tan en peligro con las oscilaciones que imprimía la fuerza de la corriente sobre e lvehículo, que empezaron a arrojarse al agua. El primero que lo hizo fue el menor Barrios, (peóndeladiligencia) siguiéndole los pasajeros que eran tres y el mayoral. Barrios consiguió llegar a tierra, pero no así los pobres pasajeros, el mayoral y el cuartiador, cuyos cadáveres no han aparecido hasta la hora en que escribimos estas líneas. Los ahogados son: Patrocinio Fernández, mayoral. El cuarteador y los pasajeros D. Emilio Kunht, D. Manuel Cristóbal, comerciante de Rocha y ex-habilitado del Sr. Safons, y un soldado de artillería que se dirigía a Rocha con el objeto de visitar a su familia. Patrocinio salió de Montevideo el día 15. En Pando levantó pasajeros y una carga enorme en la vaca. A duras penas llegó a Pan de Azúcar en la noche de ese día y a las 5 de la mañana del16 continuó su viaje, con tan mala suerte, que dos veces se le empantanó la diligencia, una en una zanja inmediata a lAbra de los Ceibos y otra en una que hay inrnediata a  la casa del Sr. Machado, lo que le hizo retardar tanto e lviaje, que llegó a esta Villa como a las 5 de la tarde. Desde la primera de esas zanjas, que dista unas tres leguas de esta villa se vinieron a pie y pasaron a nado el Paso de Molino, tres pasajeros, dos de los cuales, el soldado de artillería y D. Manuel Cristóbal, tuvieron tan triste fin.

— A las 11 de la mañana aparecieron en la represa del molino de Cal, un bulto que suponemos sea encomienda, un almohadón y el sombrero de Patrocinio. — A las 2 de la tarde, y merced a unas yuntas de bueyes, se consiguió sacar la diligencia, estando presentes las autoridades locales: el Sub Delegado de Policía y el Juez de Paz. También concurrieron al lugar del suceso el Comisario de Ordenes, Mayor Artigalá, el Administrador de Correos, D. Juan Caros Brito y el Jefe de la Sucursal D. Justino Martínez. — Son las 5 de la tarde y acaba de llegar D. Carlos Fernández, hermano del desgraciado Patrocinio.  — E1 mayor Artigalá permanecerá esta noche con la policía en el lugar del suceso, hasta que aparezcan los cadáveres, pues se asegura que Patrocinio era conductor de una suma de dinero considerable. La diligencia debe ser conducida a esta villa y la correspondencia la llevará mañana la diligencia de D. Pedro Brito. Dícese que cuando el menor Miguel Barrios se arrojó de la diligencia, Patrocinio le dijo que no se asustase y le tiró un manotón llegando a arrebatarle el saco, que Barrios soltó temeroso de ahogarse. Enseguida miró Barrios hacia atrás y vió a Patrocinio y a otro que zambullía para no dejarse ver más. Asegura Barrios qué él les dijo a los que quedaban en la diligencia que no se arrojaran al agua, que el iba a traer un maneador ylos iba a sacar, pero parece que aquellos no quisieron esperar o se creían perdidos y trataron de salvarse, pero.... sucedió lo contrario.

DOS CADÁVERES

— Ayer a las 10 de la mañana se consiguió encontrar uno de los cadáveres de los desgraciados ahogados. A las 12 del día llegó conducido en un carro. Era el del llamado Emilio Kunht. Registrados los bolsillos se encontraron 3 cartas, un programa del funeral a Garibaldi y 40 centésimos en plata. A las 2 de la tarde se le dió sepultura. — A la 1 y 50 minutos se encontró el cadáver del mayoral Patrocionio Fernández cerca de la represa del molino de Cal. Fué conducido a esta Villa, donde llegaron a las 5 de la tarde. El cadáver estaba vestido como el anterior y contenia: —Un reloj y una cadena de níquel con un anillo de oro, una pistola Remington con una canana y dos cartuchos, un cuchillo con vaina, dos llaves, una grande y otra pequeña, tres botones de pechera, dos de oro y uno de acero, varias cartas y papeles. Hasta las tres y media de la tarde, hora en que salió del lugar del suceso el Sub Delegado de Policía, Sr. Maurente, no se había encontrado ninguno de los otros desgraciados ahogados. El cadáver de Patrocinio Fernández no tenía ni un centésimo, y si —como se dice-  traía dinero, estará en el baúl ¡Paz en la tumba de esos desgraciados! Cárlos Fernandez, hermano de Patrocinio, pidió permiso para velarlo con el objeto de que su padre viese el cadáver del mayor de sus hijos, pero el Médico de Policía no creyó prudente hacer esa concesión, en vista del estado del cadáver, al que se le dió sepultura ayer a las 6 y media de la tarde. Hasta aquí las noticias t madas de nuestro colega del 19. — Posteriormente se nos ha comunicado por la Jefatura Política, que el 19 a las 5 y media de la tarde fué encontrado el cadáver del comerciante de Rocha D. Manuel Cristóbal, al que se le dió sepultura al día siguiente. El dia 20 fué también encontrado el cadaver del cuarteador Martin Guadalupe, otra de las víctimas de la misma catástrofe, y el 21 antes de salir el sol fué hallado el último de los cinco individuos ahogados. Este era el artillero, del cual se ha venido a saber, que era Luis Lombardi, por el pasaporte que llevaba en el bolsillo.

De "El Porvenir", Maldonado, Nº 30, 22-oct-1882.                                                                    

No hay comentarios: