Mariscal de Francia Jacques Leroy De St Arnaud (1798-1854)
Señora Mariscala,
Los pesares y las lágrimas de Francia se confunden con los de Vd. ¿Me permitiría Vd. unir a ellos el respetuoso homenaje de mi dolor y de mi simpatía? Otros hablarán del carácter firme y generoso, del valor y del talento militar, de la energía sorprendente del Mariscal. Prefiero más, Señora, en este momento no acordarme sino de la parte más pura de su gloria, y que fue, después de Dios, su obra: era cristiano. Vd., en su inmensa amargura y bajo del peso de esta irreparable pérdida, puede y debe a lo menos decirse, que sus oraciones y sus ejemplos habían traído aquella grande alma a la profesión más franca de la religión y al cumplimiento de todos los deberes que impone.
Vd. sabe con que fidelidad caballeresca el vino a recibir el pan de los fuertes antes de su partida de París; él me escribía desde Marsella en vísperas de embarcarse, que se apoyaba con confianza sobre el socorro de Dios, sin el cual nada se puede. La enfermedad le instaba con sus angustias, le acompañaba en su admirable empresa. Dios quería un doble triunfo: la victoria de nuestras armas y la muerte de un héroe cristiano, sepultado, por decirlo así, en su gloria. Repose Vd., Señora, en este pensamiento: esta alma ha dejado a Vd. solamente por un tiempo. Vd. la había dado a Dios; Él acepta y la toma de nuevo, preparada y santificada por sus piadosas influencias. Vd. la hallará de nuevo un día; él no ha hecho más que adelantar a Vd. en la vía que le había abierto. Sus sentimientos de fe y de esperanza cristiana son los vuestros; ellos sostendrán a Vd. y la conducirán hasta el fin.
Pero vuestro dolor la abruma, bien lo siento; parece que nada puede suavizarlo; perdóneme Vd. me haya atrevido a hablar de ello. Vd. se dignará comprender la necesidad de mi corazón: lloro la muerte de un amigo; me ha sido necesario decírselo, recordando a Vd. lo que sabe bastante, que Dios era el refugio y el apoyo de las almas afligidas. Mis oraciones y mis pesares siguen los restos preciosos del Mariscal. Luego que yo sepa el regreso de Vd., me apresuraré a ir a llevarle mis profundos y dolorosos homenajes.
Dígnese Vd. aceptarlos, Señora Mariscala, con la expresión del afecto más respetuoso e inalterable,
P. de RAVIGNAN
De "El Secretario Universal" por A. Armand Dunois; Casa Editorial Garnier Hermanos, París, 1884.
1 comentario:
JACQUES LEROY DE SAINT-ARNAUD (1798-1854) fue un destacado mariscal francés, nacido en Burdeos. Ya era un distinguido soldado, cuando entró activamente en los planes de Luis Napoleón para derrocar a la República, con la asistencia en el golpe de Estado, y se creó un alguacil en la recompensa, al mando de las fuerzas francesas en el el estallido de la Guerra de Crimea, y tomó parte en la batalla del Alma, pero murió unos días más tarde.
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