lunes, 2 de enero de 2012

Meditación: El sepulcro



Ten ánimo, alma cristiana; ven conmigo a un sepulcro y contempla en ese cadáver lo que tú serás pronto. ¿Qué era, pocos días hace, ese fétido esqueleto?

1. Era una persona idolatrada por su belleza... tal vez embeleso de su siglo... y ahora es un cadáver yerto, deforme, negro, espantoso; cuya vista ni su madre misma puede soportar. ¿Y haré yo caso de tan frágil hermosura?

2. Era un hombre rico, para quien no había telas de bastante valor, habitación demasiado lujosa, ni muebles y joyas bastante preciosos... Más ahora un hoyo es su palacio, una vil mortaja su vestido; y aún, por el horror que causaba, ninguno de sus allegados ha tenido valor para envolverle en ella... ¿Y será mi corazón esclavo de bienes tan efímeros?

3. Era un hombre que nadaba en delicias: atendido y adorado de todos; cama blanda, perfumes suaves, cuanto de comodidad tiene la naturaleza, cuanto de placer y refinamiento inventó la sensualidad, todo era poco para carne tan regalada; y ahora es abandonado, hollado de todos; estiércol, podredumbre, gusanos... ¿Y trataré yo mi cuerpo con delicadeza y regalo?

Fruto: Quiero dejar el mundo, antes que él me deje a mí. Y puesto que hoy soy en figura, y mañana en sepultura; hoy estoy nadando en delicias, y mañana manando podre, quiero usar de los bienes del mundo como si no los usase.

Del "Áncora de Salvación" del R.P. José Mach; Imprenta de Pons y Cía., Madrid, 1853.

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