domingo, 26 de febrero de 2012

Los funerales romanos







TUMBA DE CECILIA METELA: Las tumbas de los romanos ricos eran frecuentemente magníficos monumentos, como la llamada de Cecilia Metela, una fuerte torre, colocada al borde de la Via Apia, al largo de la cual se elevan numerosos monumentos y funerarios.

El culto de los muertos era el primer culto de las familias, y de aquí que los funerales fuesen celebrados con tanta pompa como lo permitía la fortuna de la familia del finado. Después del tocado fúnebre, el cuerpo se entregaba a los empleados de las empresas funerarias, que plantaban un ciprés delante de la casa y levantaban al muerto una cama de respeto en el atrio. Enseguida se llevaban al muerto a la sepultura en una litera precedida de trompetas, flautas y plañideras.

Detrás del cuerpo marchaban los parientes y amigos del difunto. Si éste era noble, el cortejo se aumentaba con el desfile de todas las imágenes de los antepasados. Se paraba en el Foro donde se pronunciaba la oración fúnebre del muerto. Se usaba no enterrar a los muertos, sino incinerar los cuerpos, para lo cual se preparaba una hoguera, que los parientes encendían con una antorcha, volviendo para ello la espalda. Recogidas después las cenizas en una urna, se depositaban en la tumba. Nueve días después, la familia celebraba la comida fúnebre y, cuando podía, daba juegos de gladiadores para aplacar a los manes del muerto.

Las tumbas de los ricos se construían a lo largo de los grandes caminos y en particular a lo largo de la Vía Apia. Todas eran monumentos imponentes. Las tumbas de los pobres eran más sencillas, y muchos no la tenían siquiera, sino que alquilaban un puesto para su urna en edificios especiales, construidos por empresarios y que se llamaban Columbarium, porque afectaban la forma de palomares. Algunos de estos monumentos estaban formados de galerías abiertas en la tierra, que más tarde se llamaron Catacumbas.

Cualquiera que fuese su sepultura, el muerto enterrado según los ritos llegaba a ser un dios y tenía derecho a un culto de parte de sus descendientes.

URNA FUNERARIA: Los romanos quemaban generalmente sus muertos en lugar de enterrarlos y recogían las cenizas en urnas que se depositaban en las tumbas.


De la "Historia Romana" de Alberto Malet; Ediciones Españolas Hachette, París, 1922.

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