A principios de octubre de 1849, el 2 según parece, dejó Poe a Richmond para ir a Nueva York. Fue en vapor hasta Baltimore, a cuya ciudad arribó bien en la mañana siguiente de su partida. A su llegada dió su baúl a un mozo de cordel para que lo llevara, según dice, a los coches del ferrocarril que debían salir próximamente a la hora para Filadelfia, mientras el iba a tomar un refresco.
Lo que ahora sucedió está aún envuelto en el misterio: antes de dejar a Richmond el poeta se había quejado de indisposición, de escalofríos y de agotamiento, y es cabalmente posible que el aumento de estos síntomas puedan haberle seducido a quebrantar su promesa, o a recurrir a algunas drogas destructivas. Fueren cuales sean las causas, parece que ahora ha llegado a ser idea fija de los baltimoreanos, que el infortunado poeta, mientras estaba en un estado temporal de manía o de estupor, cayó en manos de una cuadrilla de malhechores que andaban correteando las calles en busca de víctimas.
El miércoles 3 de octubre, era día de elecciones para miembros del Congreso, en el Estado de Maryland, y es la suposición general que Poe fue capturado por una cuadrilla electoral "plagiado"*, endrogado, arrastrado a las urnas, y después de haber votado por la lista que se le había puesto en la mano, fue cruelmente dejado en la calle para morir. Para sostener la verdad de esta terrible historia parece que hay demasiada probabilidad.
Conforme a la narración hecha por el doctor Morán, médico residente del Hospital de la Universidad de Washington, en Baltimore, el infortunado poeta fue llevado a esa institución, el 7 de octubre, en un estado de insensibilidad. Había sido hallado en ese estado, acostado sobre un banco del muelle, y habiendo sido reconocido por un pasante fue colocado en un transporte y llevado al hospital.
"Mientras tanto yo había sabiedo por él", dice el doctor Morán, "y después por el mozo de cordel del Hotel de la calle Pratt, entonces de Bradshaw, y llamado ahora la Casa Maltby, que llegóa allí en la tarde del 5; fue visto yendo a la estación del ferrocarril para Filadelfia, y que el conductor, al pasar por los carros para tomar billetes, le encontró acostado en el vagón de equipajes insensible. Lo llevó hasta Havre de Grace, donde los trenes se cruzaban, o hasta Washington, no recuerdo cual, y le colocó en el tren que venía para Baltimore. Llegando con el tren de noche no fue visto por ninguna persona en el hotel cuando volvió a la ciudad. La presunción es qeu vagó durante la noche, y halló un banco sobre el cual se durmió algún tiempo antes de la mañana en el muelle de la Calle de la Luz, donde fue visto y llevado como a las nueve de la mañana siguiente".
Su primo, el señor (ahora juez) Neilson Poe, fue llamado e hizo todo para el cuidado del enfermo, pero en vano. Cuando recobró su conocimiento, el horror y la miseria de su estado, junto con los efectos de su situación peligrosa, produjeron tal choque en su sistema nervioso, que jamás se restableció, y como a medianoche del 7 de octubre de 1849 su pobre y martirizado espíritu se apagó.
El 9 del mes -en el aniversario del "solitario octubre de su año más inmemorial"- los restos mortales de Edgar Allan Poe fueron depositados en su lugar de descanso en el sepulcro de sus antepasados en el Cementerio de Westminster, Baltimore, en presencia de algunos pocos pariente y amigos.
El señor Neilson Poe hizo hacer una lápida para marcar la tumba de su infortunado pariente, pero por una extraña fatalidad, el monumento fue destruido antes que pudiera ser colocado, y, en consecuencia, por más de un cuarto de siglo quedó el sitio sin ser marcado y casi desconocido. Por fin, habiendo sido llamada fuertemente la atención pública, sobre el estado de abandono del sepulcro del poeta, se formó una comisión pública para recolectar suscripciones para la erección de un monumento conveniente y debido a los esfuerzos de la señorita Rice, el señor Paul Hayne y otros, se consiguió un monumento de mármol y el 17 de noviembre de 1875 fue descubierto en presencia de un gran concurso de personas.
* No era, por cierto, inacostumbrado en esos días, que indefensos extraños fueran cogidos por los agentes electorales, encerrados en un sótano hasta que se les necesitaba, o "plagiados" como se les llamaba y después era endrogado y arrastrado de urna en urna para votar. Los escrutadores admitían y anotaban los votos aparentemente sin ninguna consideración a la condición de la persona que personificaba un votante.
De "Edgar Allan Poe, su vida, sus cartas y opiniones" de John H. Ingram; traducido por Edelmiro Mayer; Imprenta, litografía y encuadernación de Jacobo Peuser, Buenos Aires, 1887.
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