miércoles, 16 de marzo de 2011

El caso del Dr. Thouret Noroy


Este juicio se inció en 1833, ante el tribunal de Evreux, contra el Dr. Thouret Noroy. Este médico llamado por un enfermo, resolvió practicarle una sangría en el pliegue del codo, pero la incisión alcanzó la arteria, saliendo sangre roja con violencia y abundancia; el facultativo volcó rápidamente la sangre del recipiente, puso un vendaje compresivo y se retiró. Los dolores y la producción de una tumoración en el sitio de la sangría, requirieron poco después un nuevo llamado al médico, quien aconsejó una pomada resolutiva, vendó de nuevo y se retiró sin comprender o revelar la situación, para negarse a concurrir a otro llamado de varios días después. Los dolores y los fenómenos de gangrena hicieron más tarde que otro médico llamado procediera a la amputación, con el diagnóstico de aneurisma consecutivo a la herida arterial durante la sangría.

El tribunal civil de Evreux condenó al Dr. Thouret Noroy al pago de una indemnización, por "impericia", "negligencia grave" y "falta grosera". En apelación, la corte de Rouen y la de Casación, confirmaron la sentencia. Ante este último tribunal, el defensor, Dr. Cremieux, agotó los argumentos en favor del demandado y reprodujo y amplió el ya recordado despacho de la Academia de Medicina (ver caso del Dr. Hélie). Pero el dictamen del fiscal general Dupin rabatió todas aquellas razones, y dió precisión a la doctrina aplicable al caso. Su dictamen, por su valor histórico y jurídico, es la pieza judicial más importante en esta cuestión.

Texto extraído de la obra "Medicina Legal" del Dr. Nerio Rojas; Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1947.


martes, 15 de marzo de 2011

El caso del Dr. Hélie


Un caso notable que es considerado un clásico de la jurisprudencia médica se produjo en 1825 en Domfront, Francia. El Dr. Hélie llamado para un parto, cuyo trabajo se inició hacia las 6 de la mañana, concurrió a las 9, encontrando a la parturiente caminando. Examinada ésta, comprobó una presentación de hombro con la mano derecha en el trayecto vaginal ("sin esfacelo"), resolviendo el médico poco después amputar ese brazo con la idea de facilitar la expulsión fetal; en seguida de lo cual observó que el brazo izquierdo hacia análoga exteriorización vulvar, y practicó también su amputación. Producido espontáneamente más tarde el parto, el niño nació con vida y sobrevivió.

Los padres de la criatura iniciaron la demanda contra el Dr. Hélie; el tribunal pidió opinión a la Academia de Medicina, la cual, oídas sucesivamente dos comisiones especiales nombradas al efecto, dictaminó sosteniendo que el médico no es responsable sino cuando ha producido un danño intencionalmente, "con premeditación, por pérfidos designios y criminales intenciones". El Dr. Hélie no era, pues, responsable, según la Academia.

El tribunal, sin embargo, no acepto esta doctrina y, después de analizar los detalles de la conducta del médico, llegó en su fallo a la conclusión de su responsabilidad, condenándolo al pago de una indemnización en forma de renta vitalicia, por haber obrado "sin prudencia y con una precipitación increíble", lo que lo hace "culpable de una falta grave".

Texto extraído de la obra "Medicina Legal" del Dr. Nerio Rojas; Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1947.

sábado, 12 de marzo de 2011

Retratos y daguerrotipos


Anuncio de retratos "après décès". Ca. 1850. Catálogo "Le dernier portrait".

martes, 8 de marzo de 2011

La última copa

Un cementerio quiere quitar la foto de una lápida porque el difunto aparece empinando el codo.



Petra Dumitru, un anciano rumano, está viviendo una extraña polémica después de su muerte que a buen seguro le hará revolverse en la tumba. Y todo por adornar su lápida con una imagen mostrándole bebiendo su bebida favorita.

La foto que ha dejado para la eternidad ha provocado que las autoridades eclesiásticas que gestiona el campo santo se planteen la necesidad de retirarle su última voluntad, por resultar la imagen de un hombre bebiendo “indigna para una tumba”.

Petra le comunicó a su cuñado Stefan, en el lecho de muerte, que quería que la gente le recordara “por los dos grandes amores en su vida: el buen vino y su esposa” (por ese orden).

“Pensamos que una imagen que integrara a ambos le haría feliz, aunque admito que su esposa no se ve muy feliz mirándole como bebe en la foto” afirma Stefan que, como buen cuñado amante del photoshop y compañero de farras, no dudó en invitar al bueno de Petra a su última copa (o la penúltima, que nunca se dice la última).

Vía │ La Información

jueves, 3 de marzo de 2011

Post Mortem XXIX


En este caso, quien a pasado ha mejor vida no es un ser humano sino que se trata de un perro. Seguramente el jugaba a diario y era la alegría de los niños que aparecen restratados junto a él, a modo de último homenaje a un fiel amigo que se fue para siempre...