miércoles, 31 de octubre de 2012

La tumba de José Pedro Varela


Tumba de J. P. Varela (1845-1879)

A un costado de la Capilla se le levanta una pirámide que contiene un busto. Allí hace cerca de once años que destaca el que fue infatigable obrero de la educación de su patria. Allí José Pedro Varela duerme en brazos de la muerte ese sueño que no tiene despertar.De todos los monumentos que pueden llevar tal nombre, es el más sencillo. Si estuvieran en relación con los méritos seguramente que el del inolvidable Varela, sería el mejor de todos ellos.

De "Epitafios y monumentos de los Cementerios de Montevideo". (Capítulos del libro inédito titulado "Honoria");  Imprenta Americana, Montevideo, 1889.

martes, 30 de octubre de 2012

Modo práctico de ayudar a bien morir


Habiendo desaparecido las Órdenes religiosas que con tanto heroísmo y aprovechamiento de las almas se consagraban a la asistencia espiritual de los moribundos, es de suma utilidad, y aún de indispensable necesidad excitar el celo de los cristianos fervorosos para suplir falta y vacío tan lamentable.En efecto; nadie ignora que del momento critico de la muerte depende una feliz o desdichada eternidad, colmo de todo bien o de todo mal. Creas, critiano, o no creas, pienses, o no pienses en ello, así es y así será... ¿No es justo, pues, que abras los ojos, y despertando del profundo letargo en que has vivido, trates, a lo menos entonces, de prepararte al terrible trance de la muerte?

Por lánguida que tengas la fe, y aunque no sea muy grave la dolencia, te ruego que pidas tú mismo y con tiempo los santos Sacramentos, no fiándote de palabras, ni de esperanzas lisonjeras. Tus parientes y amigos, por una mala entendida amistad, los médicos, por vano respeto, todos te aseguran que no hay peligro todavía, que ya te avisarán con tiempo... pero ¡ay! ¡cuántos miles de cristianos alucinados de esta suerte, se ven, cuando menos los piensan, sorprendidos de la muerte, y condenados eternamente!

Y aún cuando a la última hora se llama a un Sacerdote, siquiera por evitar la infamia de que muera el pariente sin Sacramentos; ¿qué le aprovechará al enfermo su presencia, si, perdido ya el conocimiento, está incapaz de hacer una buena confesión y aún de formar un verdadero acto de contrición? Además ¿qué necesidad puede darse mayor, que la de temer la visita del Médico celestial, único que puede dar acierto a los facultativos, eficacia a los remedios y salud al enfermo? Llámale, pues, a tiempo; que los Sacramentos, lejos de acelerar la muerte al que  los recibe, pronto aléjala muchas veces, y hasta dan salud y vida, si conviene al enfermo. ¡Y cuántos por el más fatal y trascendente descuido, privados de este auxilio, perdieron una salud, que con el socorro de los Sacramentos, hubieran quizás recobrado facilísimamente!

No contento con pedirlos a tiempo, haz que te lean este capítulo, y los motivos de contrición que ponemos para antes de la confesión, pág. 164. Y cuando esté para llegar el Santo Viático, escucha con atención los avisos que se hallan en la pág. 184: que te los lean despacio, como también el hacimiento de gracias para después de recibida la visita del Médico celestial, que se halla pág. 192. Luego, entre día, despidiendo toda visita mundana, podrás ir saboreando el Anima Christi, o alguna de las oraciones a María santísima, como son: Oh Señora mía, pág. 15; el Memorare, pág. 346 y otras, no olvidando la aceptación de la muerte que pusimos en la pág. 588.

Si cayere gravemente enfermo alguno de tus parientes, o cualquier otra persona por cuya felicidad te interesas, suplícote, por las entrañas de Jesucristo y por la amistad que le profesas, le avises con tiempo del peligro en que se encuentra; y con el celo y santas industrias, que el amor verdadero debe inspirar en semejantes casos, le induzcas a que reciba dignamente y a tiempo los Santos Sacramentos. Búscale un confesor de su confianza; prepárale a la confesión y recepción del Santo Viático,pero con suavidad, y sin serle molesto. Cuando estuviere en la agonía, a más de las oraciones indicadas, que será bien leerle, haciendo algunas interrupciones para no cansarle, te podrás también valer de las jaculatorias siguientes: (...)

Repítanse las jaculatorias en que más consuelo hallare el enfermo; y mientras uno le exhorta a bien morir, otros pueden rogar por su alma rezando el Rosario o las letanías de Nuestra Señora; no junto a la cama del moribundo, no sea que el excesivo calor perjudique al enfermo y a los circunstantes, sino allí cerca, en otra pieza, de manera que el moribundo conciba gran confianza, sabiendo que muchos piden a Dios por él. Pero ningunas preces hay más tiernas, y propias para prepararse a la muerte, que la recomendación del alma y demás oraciones que compuso la Iglesia por los agonizantes, y son las siguientes:

RECOMENDACIÓN DEL ALMA

Según el Ritual Romano

LETANÍA DE LOS AGONIZANTES

Señor, ten piedad de él (o de ella (1).
Jesucristo, ten piedad de él (o de ella).
Señor, ten piedad de él (o de ella).
Santa María, ruega por él (o por ella).
San Abel, ruega por él (o por ella).
Coro de los justos, ruega por él (o por ella).
San Abraham, ruega por él (o por ella).
San Juan Bautista, ruega por él (o por ella).
San José, ruega por él (o por ella).
Santos Patriarcas y Profetas, rogad por él (o por ella).
San Pedro, ruega por él (o por ella).
San Pablo, ruega por él (o por ella).
San Andrés, ruega por él (o por ella).
San Juan, ruega por él (o por ella).
Santos Apóstoles y Evangelistas, rogad por él (o por ella).
Santos Discípulos del Señor, rogad por él (o por ella).
Santos Inocentes, rogad por él (o por ella).
San Esteban, ruega por él (o por ella).
San Lorenzo, ruega por él (o por ella).
Santos Mártires, rogad por él (o por ella).
San Silvestre, ruega por él (o por ella).
San Gregorio, ruega por él (o por ella).
San Agustín, ruega por él (o por ella).
Santos Pontífices y Confesores, rogad por él (o por ella).
San Benito, ruega por él (o por ella).
San Francisco, ruega por él (o por ella).
San Camilo, ruega por él (o por ella).
San Juan de Dios, ruega por él (o por ella).
Santos Monjes y Ermitaños, rogad por él (o por ella).
Santa María Magdalena, ruega por él (o por ella).
Santa Lucía, ruega por él (o por ella).
Santas Vírgenes y Viudas, rogad por él (o por ella).
Santos y Santas de Dios, rogad por él (o por ella).
Séle propicio, perdónale, Señor.
Séle propicio, líbrale, Señor.
Séle propicio, líbrale, Señor.
De tu cólera, líbrale, Señor.
Del peligro de la muerte, líbrale, Señor.
De la mala muerte, líbrale, Señor.
De las penas del infierno, líbrale, Señor.
De todo mal, líbrale, Señor.
Del poder del demonio, líbrale, Señor.
Por tu Natividad, líbrale, Señor.
Por tu Cruz y Pasión, líbrale, Señor.
Por tu muerte y sepultura, líbrale, Señor.
Por tu gloriosa Resurrección, líbrale, Señor.
Por tu admirable Ascensión, líbrale, Señor.
Por la gracia del Espíritu Consolador, líbrale, Señor.
En el día del juicio, líbrale, Señor.
Así te lo pedimos, aunque pecadores, óyenos, Señor.
Te rogamos que le perdones, óyenos, Señor.
Señor, ten piedad, óyenos, Señor.
Jesucristo, ten piedad, óyenos, Señor.
Señor, ten piedad, óyenos, Señor.

(1)  Si se rezan por una moribunda, se reemplazan con las palabras “ella, sierva,  hermana”, la de “él, siervo, hermano”.

De la "Nueva Áncora de Salvación" por el Rdo. P. José Mach; Librería de la Vda. de Ch. Bouret, París, 1907.

lunes, 29 de octubre de 2012

Definición y carácter de la medicina legal




La medicina legal es la aplicación de los conocimientos médicos a los problemas judiciales. Ella excede así los límites de la asistencia de enfermos y ha ido aumentando su área científica con un cúmulo de problemas sociales que requerían su conjunto. Al considerar todas estas aplicaciones se ha hablado de medicina "pública", "política" y "social". Pero éstas desbordan el ámbito de la medicina legal, propiamente dicha. Esta no debe comprender sino el estudio de los problemas médicos relacionados con la justicia. Así resulta de las definiciones propuestas por Orfila, Hofmann, Devergie, Taylor, etc.

Por esta causa emplean la denominación de medicina legal o forense. Pues la medicina legal, que significa estrictamente el estudio de cuestiones médicas previstas o relacionadas con las leyes, habría derecho a aplicar a estudios comprendidos en otras materias: ley de vacuna, de la lepra, otras enfermedades infecciosas, cuya consideración corresponde a la Higiene. Pero el término medicina legal, en ese sentido restrictivo de judicial o forense, es el consagrado en casi todas partes del mundo y el difundido en la Argentina en la producción bibliográfica y en la denominación de las cátedras universitarias del país.

Esta acepción del término delimita al mismo tiempo el campo de la medicina legal, fuera del cual quedan la higiene y la llamada medicina social. De este modo también, nuestra especialidad adquiere carácter más concreto en sus asuntos, sus fines y su método. Los primeros comprenden a casi todos los estudios médicos; los segundos enfocan aquellos en los casos de aplicación de las leyes civiles y penales; el último debe ser el mismo de todas las ciencias biológicas, lo que no excluye el aspecto sociológico, como en la criminología.

La medicina legal analiza la legislación (códigos civil y penal, especialmente) en sus relaciones con la medicina y estudia en ella tres aspectos: su interpretación y crítica doctrinarias, su aplicación en los casos judiciales, la conveniencia de reformarla o de dictar leyes nuevas. O sea la ley ya hecha, en su aplicación judicial y la ley por hacerse, en su elaboración parlamentaria.

Es, pues, una ciencia que sirve de unión a la medicina con el derecho y recíprocamente aplica a una y otro, las luces de los conocimientos médicos y jurídicos. Por eso su estudio interesa a los médicos y a los abogados; el médico legista cultiva una especialidad que no debe ser ignorada por los juristas, especialmente por los magistrados. Si los códigos de procedimientos les dan a éstos el derecho de juzgar los informes médicos y por tanto el de apartarse de sus conclusiones, ello implica la necesidad de una información médicolegal previa. 

El dictamen pericial es de tal importancia casi siempre, que de él depende a menudo la libertad de una persona, su situación económica, su honor, su capacidad, etc. Esta simple mención basta para destacar la enorme importancia doctrinaria y práctica de los estudios médicolegales.

De "Medicina Legal" del Dr. Nerio Rojas; Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1947.


domingo, 28 de octubre de 2012

Espíritus de los muertos




Poema de Edgar Allan Poe

I

Tu alma se encontrará sola a sí misma
en medio de oscuros pensamientos de las piedras de la tumba gris.
Nadie, entre toda la multitud, espía
en tu hora de secreto.

II

Sé silencioso en esa soledad,
que no es tristeza de estar solo, pues entonces
los espíritus de la muerte que estuvieron
en la vida antes que tú, están de nuevo
en la muerte a tu alrededor. Y su voluntad
habrá de subyugarte: no te muevas.

III

La noche, aunque clara, fruncirá el ceño,
y las estrellas no mirarán hacia abajo,
desde sus altos tronos en el cielo
con luz como esperanza dada a los mortales.
Pero sus rojos ojos, sin rayo
parecerán para tu cansancio
como una quemadura y una fiebre
que se adheriría a ti para siempre.

IV

Ahora hay pensamientos que tú no prohibirás.
Ahora hay visiones que no desterrarán.
No pasarán de tu espíritu
jamás, como gotas de rocío de la hierba.

V

La brisa, la respiración de Dios, está quieta,
y la niebla sobre la colina
tenebrosa, tenebrosa, todavía intacta,
es un símbolo y una señal
de cómo se sostiene sobre los árboles
un misterio de misterios.
***********
"Sólo la alta poesía es traducible": esta sentencia de Goethe, que por lo mismo que contradice la opinión del vulgo más o menos literario, debe encerrar una verdad profunda, ha sostenido mi esperanza a lo largo de la presente versión del poeta aristocrático por excelencia.

De "Los Poemas de Edgar Poe" con traducción, prólogo y notas de Carlos Obligado; Colección Austral, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1947.

sábado, 27 de octubre de 2012

Post Mortem LXVIII: Sarah Bernhardt



En realidad, esta fotografía es solo un montaje en el cual la gran actriz francesa Sarah Bernhardt (1844-1923) aparece representada como si estuviera muerta en su ataúd. Se trata de una de las típicas excentricidades de Sarah, que en este caso se burla de la muerte.

sábado, 20 de octubre de 2012

La muerte exhibida y aceptada



La sensibilidad "bárbara" convivió con la muerte como hecho familiar y frecuente, recordemoslo. La tasa de mortalidad alcanzó de seguro cifras anuales en torno al 30 por mil habitantes, el triple de los actuales y en períodos de peste -1857 en Montevideo, por ejemplo- la fiebre amarilla diezmó la capital. Empero, en períodos normales, la "sensibilidad bárbara" no solo aceptó sino que promovió la convivencia de todas las formas imaginables de lo macabro: 

Los cadáveres eran llevados para las misas de cuerpo presente a las iglesias, las calaveras  los huesos a menudo se encontraban esparcidos en el suelo o a la vista del público en los nichos abiertos de los cementerios del interior y de Montevideo; a veces la gente convivía con sus propios ataúdes o los huesos de sus parientes; la prensa exhibía tibias y calaveras en grabados que acompañaban los avisos mortuorios; las revistas literarias contenían casi siempre artículos o cuentos macabros; y los objetos fúnebres -ataúdes, crespones, coronas, etc.- eran avisados en los diarios y en los escaparates de las tiendas con total "impudicia", como dirá luego la sensibilidad "civilizada". La muerte era un hecho frecuente en esa sociedad, pero su cultura, en vez de ocultarlo lo exhibió.

De "Historia de la sensibilidad en el Uruguay: tomo I: la cultura bárbara, (1800-1860)" de José Pedro Barrán; Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1997.