sábado, 31 de agosto de 2013

Lamentación por Cristo muerto


Autor: Giotto di Bondone (1267-1336)
Título: Lamentación por Cristo muerto
Técnica: Fresco
Ubicación: Capilla Scrovegni, Padua

Esta obra muestra con expresividad y dramatismo el momento posterior al Descendimiento de Cristo de la Cruz. María, su Madre, de perfil, lo tiene en sus brazos y le mira con angustioso dolor. San Juan en frente de Cristo, manifiesta su pena de manera veraz extendiendo los brazos. María Magdalena como ensimismada sostiene los pies. Nicodemo, quien pidió a Pilato poder descender el Cuerpo de Cristo de la Cruz y José de Arimatea, a la derecha, quien portó con Cristo la Cruz camino al Calvario, también contemplan la escena con actitud meditativa. Giotto es de los primeros “artistas”, tal y como entendemos hoy esta palabra, de los que tenemos constancia. Consiguió fama y es nombrado por el tratadista del S. XVI Vasari, en su libro de las Vidas de los grandes artistas del Renacimiento.



El arte de Giotto fue pionero en la búsqueda de la naturalidad, el realismo.La escena parece que ocurre delante de nosotros, frente a los fondos dorados medievales, aparece el paisaje, éste se empieza a tratar perspectiva. La composición, distribución y la proporción de las figuras es creíble; pero sobre todo, lo más innovador quizás sea la manifestación directa del sentimiento. Las figuras con gran expresividad y cada una a su manera muestran el dolor. Se busca transmitir el hecho con un lenguaje claro, dejando la frialdad de los solemnes iconos medievales. Giotto es el nexo entre la pintura hierática y solemne bizantina y el comienzo del Renacimiento.


El plano superior, el Cielo, azul profundo, el color de la espiritualidad, asociado a la meditación y la vida interior. Recortando en diagonal un muro donde se sitúan las figuras, de forma natural y a la vez estudiada, dos de espaldas creando profundidad, varias de perfil, algunas de pie, otras sentadas. En el extremo superior del muro un árbol sin hojas, símbolo de la Muerte, tal vez alusión al pecado, en el extremo opuesto Cristo muerto, quien resucitando dará la Vida. En el cielo, ángeles “humanizados” lloran con rostros descompuestos y movimientos agitados,  todo ello contribuye a expresar con dramatismo la intensidad del momento.


De "Arquvolta", un blog dedicado a la historia del arte, junio 21 de 2011.  

viernes, 16 de agosto de 2013

Amado Nervo: El miedo a la Muerte III


¡Morir! -seguía pensando (y sigo aún por mi desgracia)-. He de morir, pues, y todo seguirá lo mismo que si yo viviera. ¡Esta multitud que inunda las aceras continuará su activo y alegre tráfago, bajo el mismo azul del cielo, calentada por el mismo oro tibio del Sol! En los bosques los nidos seguirán piando y los amantes seguirán buscándose en las bocas la furtiva miel de la vida. Las mismas preocupaciones atormentarán a las almas... Los mismos placeres, sin cesar renovados, deleitarán a las generaciones... La Tierra continuará girando como una inmensa mariposa alrededor de la llama del Sol... y yo ya no existiré, ya no veré nada, ya no sentiré nada... Me pudriré silenciosamente en un cajón de madera que se desmoronará conmigo...

Pasarán las parejas de aves sobre la tierra que me cubre, sin conmover mis cenizas... El Sol despertará germinaciones nuevas en derredor mío, sin que mis pobres huesos se calienten con su fuego bendito. Mi memoria habrá pasado entre los hombres, mi huella se habrá perdido, mi nombre nadie habrá de pronunciarlo. El hueco que deje estará lleno... Y si al menos fuese así, si la muerte se redujese a un eterno e inconmovibles sueño... pero las palabras de Hamlet nos torturan el pensamiento: "Morir... dormir... soñar... ¡¡¡soñar acaso!!!

De "Almas que pasan" de Amado Nervo; Editorial Calomino, Buenos Aires, 1946.   

sábado, 10 de agosto de 2013

Metodología postmortem



Fig. 3, "Mostrando el estiramiento de la piel, y el método de sostener el bisturí en la incisión preliminar". Así reza dicha figura de la placa 2 del tratado Post Mortem Methods de James Martin Beattie, publicado por la Universidad de Cambridge de Londres en el año 1915. Dicho tratado trata de las técnicas de disección y está destinada a los peritos forenses que realizan autopsias así como a los estudiantes de Medicina que deben realizar disecciones en cadáveres.

jueves, 8 de agosto de 2013

La caída de la casa Usher




El genial Alberto Laiseca narra La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe (1809-1849). Se trata, quizás, del cuento de Poe donde el terror llega a su punto máximo. El relato de Laiseca nos puede llegar a helar la sangre. Te invito a escucharlo de noche, en la soledad de tu cuarto y con la luz apagada...

sábado, 3 de agosto de 2013

Los enterramientos de los neandertales



Los neandertales vivieron desde 200.000 a 30.000 antes de Cristo en África y Eurasia, coincidiendo con los períodos glaciales. Cazaban el mamut, el rinoceronte lanudo y el oso gigante de las cavernas. Sus útiles de piedra eran superiores en variedad, acabado y precisión a las hasta entonces conocidas, y ya habían aprendido definitivamente a encender fuego. Fueron los primeros homínidos que enterraron a sus muertos. Los anteriores, como los animales en general, se limitaban a abandonarlos cuando caían, con lo que eran devorados por los predadores, y lo que restaba de ellos se descomponía. El hecho de que los neandertales inhumaran a sus muertos, sustrayéndolos a los devoradores, ya que no a las bacterias responsables de la descomposición, parece demostrar que se atribuía cierto valor a la vida, y que los individuos eran objeto de afectos y cuidados.

A veces los muertos eran viejos y tullidos, y sólo pudieron vivir tanto tiempo gracias a la amorosa ayuda de otros miembros de la tribu. Además, se enterraba a menudo alimento y flores junto al difunto, lo cual parece indicar que los neandertales consideraban que la vida continuaba después de la muerte sobre la base de la individualidad. Si creían en una existencia de ultratumba, se trataría de un indicio de las primeras manifestaciones de lo que podemos llamar religión; esto es, un sentimiento de que en el Universo hay algo más de lo que resulta aparente para los sentidos.

De "Cronología de los descubrimientos" de Isaac Asimov; Editorial Ariel Ciencia, Barcelona, 1992.