jueves, 30 de enero de 2025

Testimonio de la triste muerte de un adolescente desconocido

Querubín - Dibujo a lápiz de autor desconocido. Siglo XIX.

He visto un desgarro de esta clase en un niño de 13 años que se extendía desde el tercio inferior de la pierna hasta el dorso del pie cerca de los dedos, trilaceradas todas las parte menos el tendón de Aquiles y los músculos plantares. No se amputó, sobrevino una grave inflamación, daba a menudo sangre, se presentó una abundante supuración que insensiblemente aniquilaba al individuo, y el cirujano a pesar de todos estos síntomas tan alarmantes se empeñaba en conservar el miembro, fundándose en la edad del sujeto, y en que la cicatrización en los niños es muy rápida. Estas razones, sin embargo, nada podían en quienes las escuchaban e insistían siempre en la operación. Una mañana la propuso el cirujano al paciente, este se puso a llorar y al día siguiente no existía. En este caso, concluyo, la indicación era positiva, debió operarse en el momento, y si esto no se pudo hacer por la inflamación que se presentó, no debía haberse esperado que quedase solo un día de vida al enfermo. ¡Cuántos casos desgraciados se observan generalmente porque el cirujano se deja conmover de los ayes que va a exalar el enfermo durante la operación!

Tomado de la "Disertación sobre el tiempo que deben amputarse los miembros" [manuscrito] : Sostenida en Buenos Aires el día 13 de diciembre de 1833 por Indalecio Cortinez, bajo la dirección de su maestro el Doctor Don Juan J. Montes de Oca.

NOTA: ¿Quien era es este chico? No conocemos siquiera su nombre y seguramente nunca lo sabremos. Solo conocemos esta referencia acerca de las terribles circunstancias de su muerte gracias a este testimonio desgarrador que consta en la tesis doctoral de un estudiante de medicina argentino presentada en el año 1833. Que este recuerdo sirva a modo de homenaje póstumo a dos siglos de su muerte.