Jim Kelley, un conocido corredor de
Cascade Townships, en Michigan, Estados Unidos, fue atropellado mientras
cruzaba la calle y murió. Tenía 51 años y una miríada de amigos que
decidieron acompañarlo a su morada final de la mejor forma en que los
que se quedan pueden honrar a un corredor: ¡Corriendo! Kelley debió distraerse un instante, y en ello le fue la vida.
Eran las 6:15 pm de la tarde, pero estaba ya oscuro. El vehículo que lo
arrolló tenía la luz verde y no había ni rastros de alcohol en el
conductor. Además, Kelley no solía usar ropa reflectiva (reflejante)
además de los llamativos shorts con el estampado de una bandera estadounidense que llevaba a todos lados.
La esposa de Kelley pidió a los asistentes a la
ceremonia que acudieran al funeral en shorts o licras, zapatos para
correr, sudaderas o camisetas y los dolientes, en su mayor parte
corredores, así lo hicieron. Cuando estaban a las puertas del cementerio, el organizador de la ceremonia fúnebre dijo
a todos que el sitio de la inhumación estaba a una milla de distancia
solamente, y propuso al grupo trotar ese tramo tras la carroza fúnebre
en honor de Jim Kelley. Todo el mundo aceptó.
Kelley era famoso por su entusiasmo por correr, por
lo mucho que se preocupaba por los demás, así pudiesen correr sólo medio
kilómetro o un ultramaratón. Sociable, cálido, no fueron pocas las
veces que olvidó sus objetivos personales durante una carrera para
acompañar a un corredor en problemas. Ese tipo de personas que se
preocupan más por los otros que por sí mismos. ¿Qué mejor manera de acompañarlo en su último recorrido que corriendo tras él cuando Jim corrió junto a tantos otros?
Vía: Tecnoculto
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