miércoles, 15 de enero de 2014

La última milla de un corredor



Jim Kelley, un conocido corredor de Cascade Townships, en Michigan, Estados Unidos, fue atropellado mientras cruzaba la calle y murió. Tenía 51 años y una miríada de amigos que decidieron acompañarlo a su morada final de la mejor forma en que los que se quedan pueden honrar a un corredor: ¡Corriendo! Kelley debió distraerse un instante, y en ello le fue la vida. Eran las 6:15 pm de la tarde, pero estaba ya oscuro. El vehículo que lo arrolló tenía la luz verde y no había ni rastros de alcohol en el conductor. Además, Kelley no solía usar ropa reflectiva (reflejante) además de los llamativos shorts con el estampado de una bandera estadounidense que llevaba a todos lados.

La esposa de Kelley pidió a los asistentes a la ceremonia que acudieran al funeral en shorts o licras, zapatos para correr, sudaderas o camisetas y los dolientes, en su mayor parte corredores, así lo hicieron. Cuando estaban a las puertas del cementerio, el organizador de la ceremonia fúnebre dijo a todos que el sitio de la inhumación estaba a una milla de distancia solamente, y propuso al grupo trotar ese tramo tras la carroza fúnebre en honor de Jim Kelley. Todo el mundo aceptó.

Kelley era famoso por su entusiasmo por correr, por lo mucho que se preocupaba por los demás, así pudiesen correr sólo medio kilómetro o un ultramaratón. Sociable, cálido, no fueron pocas las veces que olvidó sus objetivos personales durante una carrera para acompañar a un corredor en problemas. Ese tipo de personas que se preocupan más por los otros que por sí mismos. ¿Qué mejor manera de acompañarlo en su último recorrido que corriendo tras él cuando Jim corrió junto a tantos otros?

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