A partir del s. XI se empieza a tener conciencia de la propia individualidad y por tanto de la propia muerte. El nacimiento de la individualidad se plasmó en
la representación del JUICIO FINAL. Hasta los s. XI y XII, los muertos
esperaban la resurrección en el paraíso, sin tener juicio previo ni
condena.
A partir del s. XII, el JUICIO FINAL se representó como unos tribunales que juzgaban individualmente a cada persona según sus buenas o malas acciones. El Juicio Final, en los s. XII y XIII, tenía lugar al final del mundo pero desde ahora después de estos siglos se da en la propia habitación del enfermo. Asimismo, según las “Ars Moriendi” se entablaba una lucha cósmica entre las fuerzas del bien y las del mal.
A partir del s. XII, el JUICIO FINAL se representó como unos tribunales que juzgaban individualmente a cada persona según sus buenas o malas acciones. El Juicio Final, en los s. XII y XIII, tenía lugar al final del mundo pero desde ahora después de estos siglos se da en la propia habitación del enfermo. Asimismo, según las “Ars Moriendi” se entablaba una lucha cósmica entre las fuerzas del bien y las del mal.
LAS SEPULTURAS
- Hasta el s. XIV y sobre todo en el s. XVII, no se le concede importancia a la sepultura. Anteriormente a estos siglos los cuerpos se entregaban a la Iglesia que a su vez los trataba con indiferencia, amontonando los huesos en osarios y sepulturas anónimas. No se ponía una pequeña inscripción para su identificación.
- El cementerio era un sitio público, una plaza donde encontrarse con los amigos y donde los mercaderes exhibían sus mercancías.
EL ARTE FÚNEBRE
- Del s. XIV al s. XVI, en el este de Francia y Alemania occidental, la muerte fue representada en el arte como una momia o carroña.
- En el s. XVII, los objetos macabros alcanzaron una gran popularidad, surgiendo huesos y esqueletos por todas las tumbas.
- El miedo a la descomposición y a la muerte física fueron temas comunes en la poesía del s. XV y XVI, así como la vejez y la enfermedad.
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