Por Real Cédula de octubre de 1752, se ordenó que en los entierros de adultos, el féretro estuviera "forrado exteriormente de bayeta, paño u holandilla negra, con clavos pavonados y galón negro, también"; -y que, en cuanto a los cajones para párvulos y "angelitos" se forraran de tafetán doble y del color que más agradara a los deudores... o al cajonero fúnebre. En lo que se refiere al "velorio", sólo podían colocarse en el túmulo, doce hachas o cirios. Y en las tumbas, donde se solían colocar velas en la noche del entierro o en los aniversarios de la muerte, se concentían hasta cuatro velas encendidas.
De "Recuerdos y crónicas de antaño III" por Rómulo F. Rossi. Imprenta Peña Hnos. Montevideo, 1926.
NOTA: Con esta entrada se inicia una serie dedicada a las crónicas del historiador uruguayo Rómulo Rossi (1879-1945) acerca de la época colonial rioplatense. Su interesante obra está digitalizada y la misma se puede consultar en la web Autores.uy
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