La tierra... he ahí el término final de nuestra peregrinación por este mundo. La tierra... ese elemento cuyo seno está siempre abierto para absorver en un cadáver, la pompa, el fausto, el necio orgullo y las aspiraciones de los poderosos confundiéndolos con los restos de los harapientos y necesitados. Solo hay más allá, castigo o premio.
La tierra... recibió el domingo anterior los despojos mortales de José Antonio Mirabal, nuestro amigo... nuestro hermano. Con su muerte desapareció de entre nosotros el patriota de la independencia; el padre amoroso, el hermano en caridad, el amigo sincero.
El Dios de los buenos necesitaba de un alma más para su cortejo celestial y escogió la suya. Hízose su voluntad divina y todo se humilla ante ella. Adiós, amigo: a Dios, hermano Mirabal: a Dios!!
Del "Semanario Uruguayo" N° 2, Montevideo, 12-VIII-1860.
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