lunes, 28 de enero de 2013

La tragedia cristiana



Hay una tragedia que tuvo comienzo en el comienzo del tiempo y que aún no ha llegado a su término. Una intensa y misteriosa tragedia que cuenta, aún entre los cristianos, con pocos espectadores. Tiene tres grandes únicos escenarios: el Empíreo, la Tierra, el Abismo. Tiene solo tres protagonistas: Dios, Satanás, el Hombre. Consta, como todas las tragedias, de cinco actos:

Acto Primero: Satanás se rebela contra el Creador.
Acto Segundo: Satanás es derrotado y precipitado en el Abismo.
Acto Tercero: Para vengarse, Satanás seduce al hombre y se convierte en su amo.
Acto Cuarto: El Hombre-Dios vence con su encarnación a Satanás y suministra a los hombres las armas para que, a su vez, lo derroten.
Acto Quinto: Al fin de los tiempos, Satanás intenta su desquite por medio del Anti-Cristo.

Todavía estamos en el Cuarto Acto, tal vez en las escenas finales. ¿Cuándo comenzará el Quinto? Ya se advierten los signos. ¿Y cómo habrá de concluir ese último acto?: ¿con una catástrofe o con una catarsis? De los tres protagonistas, el hombre es el más débil y efímero. Y sin embargo es precisamente él, el Hombre, la suprema apuesta de estas larguísimas y múltiples vicisitudes de la guerra entre el Creador y el Destructor, entre el Amor y el Odio, entre la Afirmación y la Negación.

Satanás sustrae el hombre a Dios; Cristo se lo arrebata a Satanás; pero Satanás trata, por  todos los medios, de recuperarlo, y por momentos parece que lo consigue; hará una última tentativa y quedará vencido, vencido para siempre. ¿Vencido por el hecho de quedar encadenado eternamente en su abismo, o vencido por la omnipotencia del Amor que lo devolverá a su sitial en los cielos?

Nadie, en la tierra, puede decirlo. Pero el hombre, el más inerme de los protagonistas, habrá de decir su palabra antes de que la tragedia llegue a su fin.

De "El Diablo" de Giovanni Papini; Emecé Editores, Buenos Aires, 1968.

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