El mejor intérprete del Conde Drácula todos los tiempos fue, sin duda, el actor húngaro Bela Lugosi (1882-1956). Su compenetración con el personaje fue tal que en su testamento estableció su voluntad de ser colocado en el ataúd vestido con una capa negra, como el propio Drácula, para luego ser incinerado, tal como debe hacerse con los vampiros para garantizar su eterno descanso y evitar que se levanten de su tumba para alimentarse con la sangre de los vivos.
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