Los neandertales vivieron desde 200.000 a 30.000 antes de Cristo en África y Eurasia, coincidiendo con los períodos glaciales. Cazaban el mamut, el rinoceronte lanudo y el oso gigante de las cavernas. Sus útiles de piedra eran superiores en variedad, acabado y precisión a las hasta entonces conocidas, y ya habían aprendido definitivamente a encender fuego. Fueron los primeros homínidos que enterraron a sus muertos. Los anteriores, como los animales en general, se limitaban a abandonarlos cuando caían, con lo que eran devorados por los predadores, y lo que restaba de ellos se descomponía. El hecho de que los neandertales inhumaran a sus muertos, sustrayéndolos a los devoradores, ya que no a las bacterias responsables de la descomposición, parece demostrar que se atribuía cierto valor a la vida, y que los individuos eran objeto de afectos y cuidados.
A veces los muertos eran viejos y tullidos, y sólo pudieron vivir tanto tiempo gracias a la amorosa ayuda de otros miembros de la tribu. Además, se enterraba a menudo alimento y flores junto al difunto, lo cual parece indicar que los neandertales consideraban que la vida continuaba después de la muerte sobre la base de la individualidad. Si creían en una existencia de ultratumba, se trataría de un indicio de las primeras manifestaciones de lo que podemos llamar religión; esto es, un sentimiento de que en el Universo hay algo más de lo que resulta aparente para los sentidos.
De "Cronología de los descubrimientos" de Isaac Asimov; Editorial Ariel Ciencia, Barcelona, 1992.
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