En Joachimstal, en la región de
Angermünde, murió una mujer casada. El marido tuvo gran sentimiento, le
hizo un buen entierro y la llevó al camposanto. Mas antes de meter el
féretro en la tumba, y al descubrirla, tomó el anillo de boda de la mano
de la muerta para conservarlo. Una vez hecho esto y dado tierra al
cadáver, regresó a su casa. Guardó el anillo en una caja y se dispuso a
acostarse, porque ya se había hecho de noche.
Sin embargo, el dolor no
le dejaba reposar y estaba completamente desvelado. Tenía las ventanas
de su habitación abiertas y en un momento vio, lleno de sorpresa, que a
través del jardín venía una forma blanca, que pronto reconoció como su
mujer. No se atrevió a moverse y vio cómo la aparición entraba en la
casa y andaba por las habitaciones, como buscando algo. Después
desapareció.
El campesino, a la mañana siguiente, atribuyó lo que viera a un sueño o a una fantasia. Por la noche, sin embargo, volvió a suceder lo mismo: llegó la mujer, entró en la casa, y buscaba y buscaba. Creyó el asustado hombre oír como suspiros y una voz entrecortada que decía lastimeramente: "¡Mi anillo! ¡Mi anillo!"
Esto se repitió una noche más. Hasta que el campesino, creyendo que fuera el anillo de boda lo que la muerta buscaba, lo sacó de la caja en donde lo había guardado, fue al cementerio y lo metió junto a la tumba de su mujer, todo lo hondo que pudo. La aparición no volvió a la casa y el marido comprendió que la mujer había alcanzado ya el reposo.
El campesino, a la mañana siguiente, atribuyó lo que viera a un sueño o a una fantasia. Por la noche, sin embargo, volvió a suceder lo mismo: llegó la mujer, entró en la casa, y buscaba y buscaba. Creyó el asustado hombre oír como suspiros y una voz entrecortada que decía lastimeramente: "¡Mi anillo! ¡Mi anillo!"
Esto se repitió una noche más. Hasta que el campesino, creyendo que fuera el anillo de boda lo que la muerta buscaba, lo sacó de la caja en donde lo había guardado, fue al cementerio y lo metió junto a la tumba de su mujer, todo lo hondo que pudo. La aparición no volvió a la casa y el marido comprendió que la mujer había alcanzado ya el reposo.
Leyenda popular alemana
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