Los quo grandes se llaman y dejando
Van Irás do si la esencia do su génio
Convertida en objetos do alta gloria,
Y bajo aplauso general reciben
La merecida palma ó digno lauro;
Los que de la opulencia codiciada
El esplendor difunden por doquiera,
Y entregados del ocio á la blandura
Sienten ufanos trascurrir las horas;
Los que acosados por fatal destino,
Bajo el rigor de un ímprobo trabajo
Pasan el día, y por la noche, solo
Cena frugal sobre su mesa ponen;—
Todos, en fin, los que cruzando vamos
Por diferentes rutas este vallo,
Es forzoso que al fin de la jornada
Reposemos aquí, donde el ambiente
Soporífero és, las flores mustias,
El silencio profundo, y iay! las horas,
Nuncios nomás de perdurable noche.
Oh! qué de séres en su bruma envuelve!
¡Cuántos que fueron de la pàtria gloria
Y del hogar amor ¡ay! hora ocupan
Este agreste recinto, donde de ellos.
Ni aún seña leve dejarán los siglos!
Una fuerza secreta los redujo
A condición igual; cayó el magnate
Al par que el infeliz menesteroso,
Y en el cóncavo estrecho que llenaron
Lo que uno y otro fué: viles reliquias!
Hoy, valiosas ofrendas, mármol, bronce,
Decoran la mansión do los que hubieron
Fortuna ó fama; naturales flores
La de los más, y de vicioso césped
Cubierta se halla la mezquina fosa
Que al indigente cupo; mas por eso
No será menos grande la memoria
Que dejára en herencia á su progènie-
Mármol, bronce y ofrendas de valía!
¿La duración del último recuerdo
En vosotros está simbolizada? ...
¿Del cariño que fué sois testimonios,
O fórmulas nomás de humana pompa?
Ah! los que unidos por estrecho lazo
A mi se hallaban; los que al mismo arrullo
Mecidos fueron en mi honesta cuna,
Allí gozan do paz; sus restos cubre
Sencillo, pobre y solitario nicho;
Ni una ofrenda valiosa lo decora
Que mi recuerdo ni mi amor pregone,
Mas de amor y recuerdo alzado tienen
Un preciado y perpètuo monumento
Donde en esencia moran: es el alma;
Que á mármoles y bronces sobrevive.
L. González
Junio 11 - 1884
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