Ayer, a las cuatro y media de la tarde, dejó de existir, víctima de un lamentable descuido o de un propósito preconcebido de suicidio, el estimable joven Serafín Pesugni, empleado desde hace algunos años en la casa del señor Alfredo Garrasino. El hecho, que hasta el momento aparece rodeado de impenetrable misterio, en cuanto se refiere a las causas que lo produjeron, ocurrió de la siguiente manera: El joven Pesugni se encontraba ayer en el domicilio de su hermano Ramón, calle Treinta y Tres casi esquina a Daymán, conversando con su prometida, Catalina Aguirre, quien preparaba pasteles para la familia. Pesugni pidióle uno, y en momentos que su novia volvía la espalda para alcanzárselo, sintió un disparo de revólver, y vió caer a Serafín bañado en sangre.
De "El Uruguay" n. 4. Buenos Aires, (16 mar. 1905)
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