La Juventud Oriental acaba de perder a uno de sus preciosos miembros y nosotros uno de nuestros mejores amigos en el excelente joven Don Celestino Pombo, muerto repentinamente el viernes próximo a las 6 de la tarde.
Cuando vemos malograrse una esperanza como esa, en la primavera de la vida, cuando ésta apenas nos sonríe con horizontes de topacio, el corazón nos flaquea, porque en esa pérdida apreciamos más que la falta de un amigo: la de un miembro de la diezmadísima familia uruguaya, de esa novel generación en que reposan los destinos de la patria.
El joven Pombo contaba apenas 29 años de edad y reunía las mejores cualidades que adornan al hombre y al ciudadano; hijo tierno, hermano cariñoso y sobre todo, excelente amigo, todo el que pudo conocerle le amó luego. Su virtud cívica no cedía en nada a su mérito social, pues siempre que se ofreció la causa de la libertad le vio en sus filas.
Amigo experimentado en la desgracia, cariñoso hermano de infortunio, Celestino Pombo era para nosotros una de esas afecciones profundas y sin doblez que no se extinguen jamás en la memoria, porque viven vinculadas al recuerdo de las épocas más azarosas del hombre.
Permítasenos, pues, que mojemos con una lágrima el papel en que escribimos al darle el postrer adiós de la amistad sobre la tierra. ¡Qué ésta sea leve a sus despojo!
De "El Eco Uruguayo" N° 2, Montevideo, 25 de enero 1857.
NOTA: Todo indica que el malogrado joven Celestino Pombo falleció víctima de la terrible epidema de fiebre amarilla que azotó el Río de la Plata en 1857 en la que también falleció heroicamente el Dr. Teodoro Vilardebó.
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