Son las once de la noche:
Corrijo pruebas.- Repente
Sordo y lúgubre se siente
Un ruido como de coche.
Ay!... la imprenta de Rosete
Se convierte en un infierno:
Quien lanza un horrible terno,
Quien bajo un burro se mete.
En los semblantes se pinta
La turbación más intensa:
Deja el prensista prensa,
Y el batidor de dar tinta.
Se estremece un operario
Y empasta una galera;
Pregunto la causa... Y era
Era... el carro funerario!
De Buenos Aires la calle
Ha tomado por camino,
Y no hay en ella vecino
Que al sentirle no desmaye.
Y es tan singular su ruido,
Su tránsito tan sin tregua,
Que lo conoce a una legua
De distancia el más dormido.
Por eso yo pediría,
En bien de aquel vecindario,
Que cambie el itinerario
Del carro la policía.
De "El Eco Uruguayo", N°16, Montevideo, 22 mar. 1857.
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