Pocas veces se siente una sociedad tan tristemente impresionada como acaba de mostrarse la de Montevideo, en presencia de la muerte del estudiante de 5º año de medicina y practicante del Hospital de Caridad, José Negrotto, cuya vida ha sido tronchada a los 22 años. El proceso de su enfermedad es de todos conocido; practicando una autopsia se infectó una mano, el virus se desarrolló rápido, la muerte hizo su presa, contra todos los esfuerzos médicos.
Esta nueva víctima del deber, esta esperanza perdida para la ciencia, ha sido llorada con dolor sincero por sus amigos, sus compañeros y sus catedráticos, y en todas partes se ha escuchado la misma frase de dolor. Conducidos sus restos a la Facultad de Medicina, su entierro, realizado el jueves de esta semana, fue una verdadera apoteosis. Son raros los hombres jóvenes que dejan así un rastro tan profundo de afectos...
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