miércoles, 27 de febrero de 2013

La repatriación de los restos de José Enriqe Rodó



Los restos de Rodó, acompañados por una gran multitud, son trasladados al Cementerio Central tras su repatriación al Uruguay en 1920. 

Rodó es el escritor uruguayo que ha logrado -en el primer cuarto del 900- la más alta consagración en Hispanoamérica. Dentro de su país, esa consagración ha revestido carácter de apoteosis; y las solemnes exequias oficiales celebradas con motivo del reimpatrio de sus restos -que una embajada expresa fue a buscar a Italia-, han constituido una manifestación de duelo público, antes no conocida.

Su cadáver, -como el de Hugo en el Arco de Triunfo- fue velado en la explanada de Universidad, entre antorchas y cánticos funerarios. Se suspendieron las actividades normales de la ciudad, el ejército rindió máximos honores, la multitud rodeó respetuosa el catafalco; y en discursos y editoriales de la prensa, el autor de "Ariel" fue proclamado el más alto valor intelectual del continente, otorgándosele, por antonomasia, el título de maestro de la juventud de América.

Fuera del país, el prestigio continental de su nombre solo puede admitir parangón con el de Rubén Darío. Periódicos, ateneos, universidades, y hasta gobiernos, de Chile a México, han reeditado o glosado su obra, y discernídoles el más alto magisterio de la cultura. La bibliografía sudamericana se ha enriquecido considerablemente -en cantidad al menos, ya que no siempre en calidad... -con la abundosa publicación de estudios sobre Rodó, en los cuales, si suele escasear el sentido crítico- sobra en cambio, la glosa admirativa y el panegírico ferviente.

A través de esa bibliografía, aparece Rodó coo el más profundo pensador y el más perfecto estilista de las letras latinoamericanas; "Ariel" es proclamado el evangelio intelectual de la juventud del continente; y "Motivos de Proteo" es reconocido e modelo magistral de nuestra cultura. Finalmente, se da su nombre a asociaciones, a revistas, a plazas públicas. Desde el punto de vista histórico, la gloria continental de Rodó es un hecho indiscutible y definitivo.Atendiéndonos, pues, al hecho inconcuso de esa consagración, hemos de reconocer en Rodó el tipo representativo, en grado excelente, de la intelectualidad latinoamericana en ese primer cuarto de siglo.

Llegados, empero, a estas alturas del siglo, fuerza es ya que se examinen su obra y su época con un criterio histórico, discerniendo con netitud los valores intrínsecos y permanentes que puedan contener sus escritos -los que sobreviven a las circunstancias de su tiempo- de aquellos que son solo valores transitorios, relativos a esas circunstancias, expresiones simbólicas de un determinado estado cultural, y como tales, pertenecientes a la historia.

Consustanciada e identificada con el sentido de la obra rodoniana, la intelectualidad américo-latina de este período, estaba como inhibida de ejercer sobre ella un verdadero control crítico; la crítica de Rodó, significaba para la conciencia americana una autocrítica, privilegio excepcional en ciertos individuos, y cosa imposible en los estados de alma colectivos.

La crítica supone cierta relativa objetividad, cierta distinción de entidad entre el sujeto pensante y el valor que se estima. Y para la mentalidad americana, de 1900 a 1925, más o menos, el espíritu de Rodó era su propio sentido de la cultura; sus virtudes eran sus mismas virtudes, y sus defectos sus mismos defectos; Rodó era su intérprete y su signo.

Afirmar que hoy se puede,  -hasta cierto punto- considerar la personalidad  y la obra de Rodó con objetividad crítica, es afirmar implícitamente que, la intelectualidad americana se encuentra ya en posición algo distinta a la predominante en el primer cuarto del siglo, apenas ido. Y, en efecto, nuevas corrientes filosóficas, nuevos hechos históricos también, han suscitado ciertos cambios, de ràpida acentuación, en el criterio y en la orientación de los núcleos intelectuales más evolucionados de esta América. Es desde estas nuevas posiciones que es ya posible encarar la apreciación de Rodó, más objetivamente.

Del "Proceso Intelectual del Uruguay" de Alberto Zum Felde; Imprenta Nacional Colorada, Montevideo, 1930.

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