Los cristianos, en Roma, durante las persecuciones de que fueron objeto en los primeros tiempos, se reunían en las llamadas "catacumbas", lugares subterráneos donde celebraban sus ritos, se confortaban mutuamente y enterraban a sus muertos. Las catacumbas de Roma tienen en conjunto una longitud de varios centenares de kilómetros. El origen de las catacumbas se encuentra en
las minas de arena que habían perforado los romanos en el subsuelo de la
ciudad para extraer materiales e construcción. Catacumba se
traduce literalmente por "agujero", y era una hondonada de la Vía Appia.
Cerca estaba un cementerio subterráneo al que trasladaron
provisionalmente los cuerpos de san Pedro y San Pablo en el siglo III.
Más tarde se designó, por extensión, con la palabra catacumba a todos
los hipogeos funerarios excavados extramuros de Roma. Así surgen las
catacumbas de Priscila, Lucila, Domitila, Calixto, etc.
De la "Enciclopedia Práctica Jackson", tomo VII; W. M. Jackson, Inc., Editores, México DF, 1958.
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