domingo, 28 de octubre de 2012

Espíritus de los muertos




Poema de Edgar Allan Poe

I

Tu alma se encontrará sola a sí misma
en medio de oscuros pensamientos de las piedras de la tumba gris.
Nadie, entre toda la multitud, espía
en tu hora de secreto.

II

Sé silencioso en esa soledad,
que no es tristeza de estar solo, pues entonces
los espíritus de la muerte que estuvieron
en la vida antes que tú, están de nuevo
en la muerte a tu alrededor. Y su voluntad
habrá de subyugarte: no te muevas.

III

La noche, aunque clara, fruncirá el ceño,
y las estrellas no mirarán hacia abajo,
desde sus altos tronos en el cielo
con luz como esperanza dada a los mortales.
Pero sus rojos ojos, sin rayo
parecerán para tu cansancio
como una quemadura y una fiebre
que se adheriría a ti para siempre.

IV

Ahora hay pensamientos que tú no prohibirás.
Ahora hay visiones que no desterrarán.
No pasarán de tu espíritu
jamás, como gotas de rocío de la hierba.

V

La brisa, la respiración de Dios, está quieta,
y la niebla sobre la colina
tenebrosa, tenebrosa, todavía intacta,
es un símbolo y una señal
de cómo se sostiene sobre los árboles
un misterio de misterios.
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"Sólo la alta poesía es traducible": esta sentencia de Goethe, que por lo mismo que contradice la opinión del vulgo más o menos literario, debe encerrar una verdad profunda, ha sostenido mi esperanza a lo largo de la presente versión del poeta aristocrático por excelencia.

De "Los Poemas de Edgar Poe" con traducción, prólogo y notas de Carlos Obligado; Colección Austral, Espasa-Calpe, Buenos Aires, 1947.

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