DESASTRES MÉDICO-QUIRÚRGICOS
Horripilante es la descripción de como se ha ultimado científicamente al caballero don Manuel Illa. Afectado de una dolencia que no ponía en peligro inmediato su existencia, ha sido robado al cariño de los suyos y a la consideración de la sociedad por la audaz e innatural intervención de la cirugía. La fama del cirujano operador doctor Navarro ha sufrido un duro golpe. Sin que le pueda responsabilizar legalmente del desastre; sin que los jueces, en el actual estado de las leyes, hayan de intervenir en el asunto, la opinión pública ha fallado; el doctor Navarro lo notará en su clientela y en sus arcas.
A este paso acabará por convertirse en un personaje fúnebre, cuyo solo nombre se considerará como un mal agüero, porque es vicio ingénito en el hombre, el personalizarlo todo y por más que el doctor Navarro demuestre que ha procedido con arreglo a los conocimientos de la época y que a cualquier cirujano podía sucederle lo mismo -con tanta mayor razón puesto que no todos tienen su experiencia y su habilidad- estas razones muy justas en nuestro sentir, no es fácil que convenzan a muchos.
Tan evidente fracaso, como tantos otros, es más de la cirugía que del cirujano. Si estas cosas les pasan a los más sabios, a los más hábiles, a los más expertos doctores, ¡qué será a otros operadores menos competentes! Pero es muy probable que éstos, preocupándose sobre todo de salvaguardar su reputación y sus intereses, no se atreverán tanto y se resignarán muchas veces a hacer simulacros de operación, el mínimum de la cirugía indispensable para justificar la presentación de una cuenta. De ahí ciertos aparentes éxitos que más fácilmente obtendrán las mediocridades que una verdadera notabilidad.
El fiasco de la cirugía en el caso del señor Illa, no queda atenuado lo más mínimo por la explicación de que se trata de una complicación producida durante la anestesia, puesto que siendo ésta uno de los factores obligados de la operación, el profesional debe conocer y prevenir sus peligros a igual título que los de la sección de un nervio o los de la ligadura de una arteria. Y si en forma alguna podían ser puestos en evidencia con la debida anticipación todas aquellas posibilidades latentes capaces de hacer fracasar la intervención quirúrgica en cualquiera de sus partes; entonces claramente brilla una verdad otras veces enunciada por nosotros, esto es: que para justificar el uso de venenos violentos y de audaces y peligrosas intervenciones, se requeriría un diagnóstico mucho más científico que el que la medicina moderna posee.
En fin, lo único cierto es que ni estas ni otras razones harán levantar de su tumba al distinguido caballero cuya muerte deplora la sociedad montevideana, ni a ninguna otra de las múltiples víctimas que causan cada día los atrevimientos de la titulada ciencia moderna.
De la revista "Natura", órgano oficial de la institución del mismo nombre; Montevideo, Año V, diciembre de 1908, núm. LX.
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