SAMUEL BLIXEN
(1867-1909)
Hay
seres indomables cuya pujanza es mucha porque nacieron fuertes, para
la vida armados ; su fe es cota de malla y vencen en la lucha por la
intuición que tienen de ser predestinados. Para ellos es el mundo
palenque de combate, su viaje es una mezcla de Ilíadas y Odiseas ; y
nunca se acobardan, y nada los abate, ya hieran las espadas o choquen
las ideas. Y hay otros que llevando el faro del talento enhiesto en
el cerebro, para alumbrar abismos, y músculos potentes como el
discernimiento, esquivan las borrascas, son dueños de sí mismos. Y
haciendo de su tiempo, tranquilos, dos mitades, sin grandes
entusiasmos, ni padecer tristezas, esculpen con la pluma, que brota
claridades, y gozan de la vida bohemia y sus bellezas. Samuel Blíxén
fué de éstos; su atlétíca figura, en sí, no era el reflejo, la
luna de Venecía de su intelecto claro, de helénica cultura, de su
espíritu artístico de un hijo da la Grecia.
En
cambio retrataba con precisión lo afable de su íntimo carácter,
que ameno traducía, en la frase escultórica de su palabra amable,
hilada de arabescos, — la más honda ironía. A nadie sombra él
hizo; de nadie sintió celos, ni se alistó en las filas de tristes
muchedumbres; jovial su pensamiento, volaba hacía los cielos,
buscando, como el cóndor, lo alegre de las cumbres. Por eso, en su
camino jamás fué detenido ; siguiera por el valle, trepara por la
cuesta, de la suerte mimado, de la dicha elegido, perpetuamente
estaba su corazón de fiesta. Cargó su fardo, á veces, de
escepticismo sano que no tradujo en odio, ni cuando la perfidia le
hizo volver los ojos hacía el sitio cercano donde ladraba agudo el
lebrel de la envidia. Tan sólo fué implacable, feroz, con su
persona; la castigaba siempre, creyéndose muy fuerte, y su oculto
enemigo, ese que no perdona, piedad ni amor le tuvo y aceleró su
muerte.
Ricardo Sánchez
Marzo 23 de 1909
Publicado en el "Almanaque Ilustrado del Uruguay" (1912).
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