Entrada al cementerio del Buceo
Ha pasado el día de los muertos y mientras la vida sigue su curso habitual, dejando que la paz y la soledad reinen en la última morada de los humanos, vamos a cumplir nuestra misión informativa reflejando en la forma habitual la conmemoración de los que ya no existen y la visita de los vivos a los que han precedido en el viaje a la Eternidad.Ahí están las fachadas de los dos cementerios, el Central y el del Buceo, tal como se veían el día de Todos los Santos y el de Difuntos; el vasto camposanto nuevo, enfrente del del Buceo, poblado ya de numerosas cruces, con plantas y flores, con su aspecto de cementerio antiguo, como si los vivos se hubiesen apresurado a llenarlo y a darle ese carácter de pasado y antiguo que la muerte sella con un vigor terrible.
Entrada del Cementerio Central
Las avenidas del Cementerio Central, estrechas, orladas de árboles y flores, en que la gente aristocrática se ha agolpado en estos días, llevando a las tumbas abalorios de más o menos valor, de más o menos gusto y oraciones que son como esos abalorios, de más o menos valor, con mayor o menor fe. La amplia avenida del Cementerio del Buceo que corre desde la entrada hasta el mar, como una calle de un vasto prado de recreo, a que los árboles gigantescos dan sombra, y llenan de vida con el rumor de las hojas siempre movida por las brisas y los cantos desafinados de los gorriones, que han hecho su dominio en los cementerios, como esos seres humanos que viven de la muerte y entre los muertos en una indiferencia absoluta.
Cementerio Central: por las tumbas
Las calles del Cementerio Central, en torno de la rotonda, donde los curiosos circulan pensando en los vivos y no en los muertos, visitando las tumbas heroicas y el panteón nacional, comentando los recuerdos nacionales y los partidarios, envenenando con sarcasmos y críticas el ambiente de paz y solemnidad que rodea a los grandes muertos, sonriendo a las buenas mozas; buscando los acercamientos forzosos de la aglomeración; llevando también allí los instintos sensuales, los aturdimientos, las insolencias de la calle, de la plaza, del conventillo...
Cementerio Central: frente a la rotonda
Los caminos espaciosos del Cementerio del Buceo, donde las tumbas están diseminadas de trecho en trecho, como en la Vía Apia, con monumentos expresivos o cruces y piedras sencillas, y por donde circula la gente con libertad; la humilde hija del pueblo, cubierta la cabeza por un largo velo, la joven de alta sociedad con sus sombreros á la derniére, su vestido de seda recogido con prosopopeya, y otras que ya no son jóvenes, que llevan luto en los vestidos y luto en el alma y que ven cercano el día, dichoso para unos como triste y terrible para otros, de dar el adiós a la vida y reunirse en la eternidad con los seres queridos que ya están en ella, con los seres burlados, ofendidos que en ella esperan a los ofensores para que la justicia de ultratumba, compense los errores y las desigualdades y los delitos de la tierra.
Cementerio del Buceo: calle principal
Así, paso por paso, calle por calle, entre las tumbas de los cementerios, se puede ir reflexionando sobre la vida y sobre la muerte; y lo mismo en esos cuadros que los grabados reproducen y que reflejan lo que en los días dedicados a los difuntos se vió en la última morada.
Cementerio Central: por las tumbas
Del semanario ilustrado "Rojo y Blanco" n. 47, año 2, Montevide,10 nov. 1901.
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